sábado, 5 de noviembre de 2016

El guiñol: Epílogo (*)

No es infrecuente que en los guiñoles acabe ganando el malo, lo cual provoca que los niños más sensibles terminen llorando y el resto quede con cara de pasmo: así nos hemos quedado muchos españoles, con la boca abierta y alguna que otra lágrima entre los votantes del PSOE, sobre todo; aunque era previsible: las muertes anunciadas acaban con difunto a los postres (Pedro Sánchez, en éste caso).
Bueno, pues ya tenemos gobierno -aproximadamente el mismo que hemos tenido en funciones el último año y de forma efectiva en los cuatro años anteriores- y el señor Rajoy de tan asumido que tiene el esquema bipartidista -tan gustoso para él- de forma simultánea al nombramiento de ministros, también ha decidido nombrar a la oposición, a quien ha de desempeñar el papel malo oficial -el PSOE- en las próximas escenas del guiñol que piensa seguir representando.Eso sí, un PSOE ya convenientemente descabezado, que dá menos trabajo un títere con menos hilos (y también, porqué no, por darle ese capricho a quien ha facilitado su investidura como presidente). Y en la actual gestora del PSOE, tan contentos fantaseando con ser una oposición entre firme y dura, sin tener en en cuenta que en nuestro sistema parlamentario no existe como tal el puesto de jefe de la oposición ni es de aplicación el sistema Westminster usado por los británicos y que, si descontáramos los votos de los quince parlamentarios que votaron NO en la investidura de Mariano Rajoy, el PSOE no es el partido que cuenta con mayor representación parlamentaria sin estar en el gobierno, además de ser desconocido su candidato a ocupar la presidencia del Gobierno; el papel de líder de la oposición está vacante en su grupo parlamentario en la actualidad. En esa gestora desean que Pedro Sánchez sea como Bruce Willis en El sexto sentido, muerto sin saberlo, pero no se dan cuenta que también el PSOE actual se asemeja bastante a los zombies de la Noche de los muertos vivientes. Y que como se empeñen en continuar representando ese papel, vamos a pasar de la cara de pasmo y las lágrimas a la risa nerviosa: no hay nada más fácil para conseguir una carcajada que el terror patético.
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(*) Escenas: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX y X

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