miércoles, 26 de octubre de 2016

Crecimiento negativo

Hay frases que funcionan tan bien como frase que pocos se detienen en reflexionar sobre su significado: así ocurre con la famosa frase quienes desconocen la historia estan condenados a repetirla; tanto éxito tiene que, en sus distintas variantes, se ha atribuído -además de a Churchill, al que se le atribuyen todas las suyas y muchas ajenas- a Cicerón, Napoleón, Lincoln y Santayana (aunque éste último lo que parece que dijo es el país que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo; tanto dá).
Pero el contenido último de la frase tiene gran parte de verosimilitud, ya que no es sino la expresión particular y aplicada a la historia, de uno de los fundamentos generales de la ciencia, que utiliza como herramienta fundamental el método del ensayo y error (método heurísitico) para contrastar hipótesis: en el momento que se olvida -o se niega- el error pocos progresos son posibles desde un punto de vista científico ya que, en vez de buscar alternativas, es fácil repetir la misma solución errónea que impide avanzar.
Este país intentó hace algo más de un siglo un método o sistema político -conocido como La Restauración- que, basado en una apariencia democrática, lo que en realidad pretendía era el mantenimiento de los privilegios e intereses de una minoría detentadora del poder, fundamentalmente económico; el accidentado final de ese sistema lo describía con crudeza pero analíticamente Ortega y Gasset en su revista España; imposible que sus palabras de entonces no nos parezcan como escritas ayer cuando habla del desprestigio radical de todos los aparatos de la vida pública o de una España oficial ajena a la ciudadanía, apuntando él mismo la solución: si nuestro pueblo ha perdido su fé en todos los institutos oficiales, hace falta que la cobre en sí mismo.
Por la misma época, en 1912, Benito Pérez Galdós también nos dejó por escrito sus reflexiones sobre la política de éste país en La fe nacional y otros escritos sobre España:

Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta.
...
Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...
...
Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.
 

 
Estremece, creo, pensar que ésta descripción de la situación en España hace cien años podría perfectamente ser la de hoy.
Podríamos intentar, utilizando el método científico (y partiendo del conocimiento de nuestros errores históricos), abreviar un poco los plazos y que no fueran lustros los necesarios para el progreso social de éste país; que desde las circunstancias actuales y con los métodos propuestos en los últimos años, no ya es que no avancemos, es que hemos retrocedido 50 años en cuatro. Otros tantos de políticas semejantes -según ya parece estar en condiciones de prometernos el PP, con el concurso del PSOE, los actuales restauracionistas, con algún coyuntural auxilio  regeracionista- y habremos llegado al comienzo del siglo XX no tardando; la uniforme aceleración del crecimiento negativo, según la neolengua que ahora se utiliza.

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