Existe una notable asimetría -asumida por todos- en la valoración de lo que es exigible en el comportamiento de un cargo público según a cual de la dos Españas pertenezca. Parece que es más exigible a los representantes de la izquierda el cumplimiento estricto de los principios éticos que a los de la derecha (creo que todos nos entendemos mejor en estos términos, por mucho que a la derecha le guste repetir que ya no existen izquierdas ni derechas), parece más natural que los representantes de la derecha metan el cazo en las aguas públicas, puesto que siempre han sido suyas, a que lo hagan los representantes de los históricamente sedientos. Parece, igualmente, que la Iglesia católica puede expresar opiniones de escaso rigor racional basadas en su confesionalidad pero mostradas como de indudable aplicación genérica a la sociedad civil -que incluye a profesos de otras religiones, agnósticos y ateos- y todos hemos de conformarnos sin replicar, pero aludir al sinsentido de las mismas resulta ser persecución de la religión católica. O poner en cuestión sus prebendas históricas, lo mismo que acoso estatal.
A cuenta de los trajes -y de "lo suyo" con El Bigotes- de Francisco Camps y de la doble vara de medir del PP en lo tocante a asuntos de corrupción, ya he visto recordado el caso de Pilar Miró. Me gustaría recordar otro. En el año 1986, el procurador autonómico de Alianza Popular, José María Aznar, que ya se postulaba como aspirante a competir por la presidencia de la Junta de Castilla y León, lanzó un reto o ultimatum -al estilo de los que perfeccionó más tarde- al que era entonces presidente de la Junta de Castilla y León: Le doy 24 horas para dimitir. Efectivamente, Demetrio Madrid dimitió de su cargo el 26 de octubre de 1986. Los cargos que justificaban tan perentoria exigencia: una demanda laboral de los trabajadores de una pequeña empresa textil de la que Demetrio Madrid ya no era propietario, por habérsela vendido con anterioridad a un antiguo empleado suyo. En 1989, Demetrio Madrid resultó absuelto de los cargos que se le imputaban con todos los pronunciamiento favorables. Para entonces Aznar iba camino de la vicepresidencia del PP, después de haber ocupado la presidencia de la Junta de Castilla y León.
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