sábado, 12 de junio de 2021

Clases

He sido usuario del servicio de Cercanías de Renfe prácticamente toda mi vida laboral; al independizarme de mis padres, ir a residir a una población alejada de la capital, Madrid, unos 50 km. a muchos cercanos a mí les pareció algo innecesario pero creo que fué un planteamiento racional -dentro de mis posibilidades- al considerar no tanto la distancia sino el tiempo en el desplazamiento desde mi domicilio hasta el lugar de trabajo; en la hora larga de trayecto -de ida, y otro tanto de vuelta- cultivé, además, una de mis aficiones de entonces, la lectura. Así pues, el servicio de Cercanías de Renfe ha sido para mí, de siempre -más de 35 años- el modo de transporte habitual, complementado con el transporte público de Madrid capital; el coche quedaba reservado para ocio y vacaciones. Sigo siendo actualmente usuario ocasional del servicio de Cercanías y en las contadas ocasiones en que lo he utilizado este año y el anterior he podido constatar la escasez -si no ausencia- de revisores. Tras los atentados del 11 de Marzo de 2004 -aún recuerdo las horas detenidos en El Pinar de las Rozas y la llegada final a Chamartín desde donde me desplacé andando a mi lugar de trabajo, recorriendo toda la Castellana hasta La Cibeles- y la super-reacción de un Estado atacado por el terrorismo, donde los vagones de pasajeros eran recorridos habitualmente por personal militar empuñando armas largas; después la situación se fué normalizando gradualmente en Renfe, salvo en los recorridos del AVE, donde persisten desde entonces unas restricciones particulares en el control del acceso de los viajeros, siendo así que los atentandos se produjeron, sin embargo, en el servicio de Cercanías, el de mayor facilidad de acceso desde el punto de vista terrorista; ¿por qué? Es fácil deducir que por una consideración clasista de los viajeros y por los mismos motivos por los que en la actual pandemia de CoVid-19 el servicio público de Metro en Madrid no se ha incrementado -lo que hubiera sido lo lógico desde el punto de vista epidemiológico- si no que se ha reducido, incrementando por tanto el riesgo de contagio de la población que se desplaza en transporte público: los pobres. Aunque hay quien defiende que eso de las clases es un concepto antiguo y desfasado; sí, ya no estamos en la época del Titanic, pero hay cosas que han variado muy poco desde entonces. 
Para otro día lo de la vacunación de los miembros de la selección española de fútbol; fútbol es fútbol, resumía Vujadin Boskov; otra clase también: los futbolistas (los de élite, claro).

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