Ayer, el PSOE culminó su mayor acto de autoinmolación en pro de la salvaguarda del bipartidismo en que se basó la denominada Transición (como lo fué en La Restauración, hace un siglo); ha sido grande el empeño tanto del PP como de PSOE en volver al esquema en que ambos hegemonizaban bipartidistamente la política de este país: el PP pese a su gestión depredadora de lo público y de su notoria corrupción va camino de conseguirlo a costa de su hermano sistémico, el PSOE. Para lograrlo, el PP ha ha conseguido dejar fuera de juego a Ciudadanos (la nueva versión de los históricos radicales de Lerroux), los regeneracionistas de derechas, y ello a pesar del empeño que también puso el Ibex en querer sustituirlo por éste (bien es cierto que en el esfuerzo del PP para hacer desaparecer a Ciudadanos también se han producido consecuencias posiblemente indeseadas, como la de dar voz política al neofascismo de Vox, que antiguamente habitaba en el propio PP: una nueva imperfección del bipartidismo, o algo peor); sin embargo, ha sido el PSOE el que claramente no ha cumplido con su parte en este intento de vuelta al sistema bipartidista, al no lograr hacer lo propio con los regeneracionistas de izquierdas, Más Madrid y Unidas Podemos, que han llevado al propio PSOE al borde del desastre en el intento. Resumiendo: el bipartidismo no ha podido ser plenamente reconstituído, pero aún renqueante, la inercia -y una brutal manipulación mediática- hacen que los dos partidos sistémicos, pese a todo, continúen fungiendo de actores principales en esta presunta democracia.
Y en la base de toda esta distopía hecha realidad, los votantes, los pobres madrileños que han mostrado sus carencias -una patética ignorancia que les hace confundir la libertad con poder tomarse unas cañas, por ejemplo- largamente propiciadas y alimentadas desde el poder utilizando los medios de comunicación para aplicar todas y cada una de las estrategias de manipulación mediática enumeradas por Chomsky (sobre todo, de la 5 a la 8, las que cultivan, precisamente, la ignorancia y la mediocridad), es decir, encargando a éstos la misión justamente contraria a la que se les supone: informar. Una eufórica INDA (Isabel Natividad Díaz Ayuso) celebra su triunfo asegurando No entienden nuestro modo de vida -mío no, desde luego- como si eso de los atascos, las carencias en la educación y la sanidad públicas, los alquileres imposibles y el malvivir en general, necesitara de estudios para su práctica. Pues nada, madrileños, a disfrutar de nuestra supuesta idiosincrasia como si se tratara de unos callos o un cocido.
No hay mal que por bien no venga -según asegura el refrán- así es que todo este baño de realidad política tras las elecciones en Madrid ha tenido la consecuencia de que disminuya en mí el miedo -genuino, físico- ante la pandemia de la CoVid19: realmente no sería tanto el sentimiento de pérdida al abandonar la vida en este mundo -en este país, y en Madrid, concretamente- como el de alivio. De Madrid al cielo; total, nos lo hemos ganado.
No hay comentarios :
Publicar un comentario