domingo, 20 de septiembre de 2020

IDA (III)

Un tonto encumbrado -por los motivos que sean, entre ellos el interés de otros o, simplemente, el azar- a pocas luces que tenga, suele elegir -de ser posible- como colaboradores o subordinados a otros tontos de tontuna más profunda que la suya propia, de forma que ésta quede camuflada y menos ostentosa: supongo que sea una de las primeras normas a cumplir por el tonto encumbrado. La actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (IDA), fue una apuesta personal del presidente del PP, Pablo Casado, al que le pareció suficiente garantía de competencia para ostentar cargos políticos de responsabilidad el hecho de que Díaz Ayuso ejerciera de community manager para la cuenta de Pecas -el perro de Esperanza Aguirre- en Twitter (es lo que tienen las cosas locas -en sustitución de los méritos- que hiciste para escalar, que luego siempre hay quien te lo recuerda). En éste caso concreto está claro que méritos como tal no había, pero Casado debió convencerse de que si Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes o Ignacio González habían fungido como presidentes de la CAM (sin reparar mucho en sus respectivos finales de carrera política), Díaz Ayuso, debidamente asesorada (MAR de guionista) y atendiendo a sus directrices, podría igualmente cumplir con ese rol. Siendo pues un tonto eligiendo y dirigiendo a otro tonto(a) ¿que podría haber salido mal?...pues sí, casi todo. En primer lugar, Díaz Ayuso, es una radical incompetente -no me refiero a extrema o tajante, si no a su incompetencia genuina, de manual-  incompetencia a secas, como ya hay quien lo ha descrito con precisión, pero agravada en éste caso por una -también radical- inconsciencia de las propias limitaciones: no se puede explicar de otra forma esa esperpéntica figura comunicativa inaugurada por Díaz Ayuso y denominada en su honor, precisamente, ayusada; algunas de ellas -que no reitero por no aburrir, basta utilizar ese palabra en en buscador para entretenerse un buen rato- se han hecho aún más famosas que los inconmensurablemente largos vericuetos linguísticos inconclusos de Rajoy y denotan, ya digo, una inmotivada  pero aplastante seguridad en que cualquiera de sus emanaciones mentales, por descabellada que sea, es digna de ser escuchada y tenida en cuenta; en resumen, IDA padece una falta total de autocrítica y aún del sentido del ridículo: un personaje ideal para cumplir los designios de quien la colocó en su puesto y soltar el disparate(s) diario sin perder esa sonrisa forzada y esa expresión ausente y un punto intranquilizadora.

Sé que soy reiterativo -seguramente en exceso- pero últimamente encuentro que los tontos representan -mucho antes que los malos- el auténtico peligro: primero los electores, y luego los elegidos (o al revés, una vez que los útimos ejercen). Creo que Isabel Díaz Ayuso es una gran presidenta. Para mí es la alternativa, el ejemplo de lo que nosotros querríamos hacer a nivel nacional. En cuanto los españoles nos den su confianza, lo haremos, decía Pablo Casado en Mayo. No será que no avisan: ya saben los que confíen en el PP lo que nos espera a los españoles si éste partido estuviera a los mandos (delegando en el Homer Simpson ó IDA de turno la dirección de la central nuclear de Springfield, mientras el PP continuaría con su labor fundamental: reconvertir lo público en privado, redirigir lo de todos a los bolsillos de algunos, los suyos, en primer lugar).

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