viernes, 31 de julio de 2020

Una nueva CEDA

No debe haber renunciado Aznar a su idea de que se constituya una nueva CEDA, a la vista del objetivo declarado por Casado de una integración de todos los partidos de derecha (PP, VOX y Ciudadanos) en España. Y como serán de imperiosos esa idea y ese objetivo que Casado ha planteado incluso la renuncia a las siglas del PP en esa propuesta coalición (que, sinceramente,  tampoco es mucha renuncia, teniendo en cuenta que la sóla mención de esas siglas evoca repetidas imágenes de corrupción sistémica; Feijoo en las últimas elecciones autonómicas prescindió absolutamente de ellas, parecía que se presentaba por Galicia). Igualmente Felipe González estaría encantado con una vuelta al esquema bipartidista implantado por la Transición del 78, con un PSOE encargado de mantenerse en el guiñol de una aparente democracia con el rol de la izquierda nominal (adjudicando a la izquierda real el consabido papel de Pepito Grillo, puramente testimonial).
Pero hay muchos motivos por los cuales esa visión simplista, tramposa y destinada sólo a proporcionar una apariencia de democracia no es  posible -afortunadamente- en la actualidad, puede que en aplicación de la conocida frase es posible engañar a todos por un tiempo y también engañar a algunos siempre, pero es imposible engañar a todos siempre; una vez conocidos los trucos, es imposible volver a creer en la magia y mantener la mirada de niño inocente (a pesar del considerable porcentaje de población al cual los medios mantienen permanenetemente entontecido, entre la ignorancia y la mediocridad).
La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas, lo de Autónomas no se sabe si por garantizar independencia a los integrantes de la Confederación o por redondear el acrónimo; era una integración de pequeños partidos agrarios y católicos aglutinados por Acción Popular de Angel Herrera Oria), comandada por Gil Robles durante la Segunda República hizo causa común frente a las alianzas republicano-socialistas de los gobiernos progresistas del inicio de la República (1931-33). Es saludable conocer -la Historia nos ofrece esa posibilidad de aprendizaje- que la CEDA, pese a copiar usos e ideas  de los partidos fascistas de Alemania e Italia (La democracia no es un fin, sino un medio para la conquista del nuevo Estado. Cuando llegue el momento, o el Parlamento se somete o lo hacemos desaparecer, declaraba explícitamente Gil Robles, a quien se vitoraba con ¡Jefe!,¡Jefe!,¡Jefe! a imitación del ¡Duce!, ¡Duce!, ¡Duce!, de Mussolini) no logró superar sus resultados electorales -de forma parecida a lo que le ocurrió al propio Hitler, que recurrió a métodos expeditivos para soluccionar su problema- y acabó perdiendo las elecciones de Febrero de 1936 ante el Frente Popular: Ese fracaso electoral llevó a la CEDA a abandonar su relativa moderación y empezar a prestar apoyo a personas o grupos violentos contrarios a la República, lo que incluyó la entrega de los fondos electorales de la CEDA al líder del golpe militar de 1936 contra la República, el general Emilio Mola. Además, numerosos miembros y partidarios del movimiento juvenil de la CEDA, las Juventudes de Acción Popular (JAP), comenzaron a pasarse en masa a Falange Española (Cita literal de Wikipedia).
No sé si se entiende la equiparación de estos hechos históricos y su aplicación a la situación política en la España actual.

lunes, 27 de julio de 2020

Tres expulsiones y una renuncia doble.


En  el semanario británico The Economist se informa de que los Borbones ya fueron expulsados tres veces de España; así es, si contabilizamos las dos  primeras -en 1840 y 1854- como una,  las de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, esposa de Fernando VII y regente durante la minoría de edad de Isabel II; más recordadas son las de la de la propia Isabel II y la del nieto de ésta, Alfonso XIII. Pero previa a ellas está la renuncia (doble, de Carlos IV y de Fernando VII) a la corona de España en 1808. En esas renuncias el papel clave corresponde a la figura del Borbón más odiable de toda la estirpe borbónica en España: Fernando VII
 Ya con 18 años, Fernando -el noveno de los 14 hijos que tuvo su padre Carlos IV con María Luisa de Parma, ocho de ellos muertos antes de 1800- comenzó a desear la corona de España para sí, pero no fué hasta 1807 cuando pudo urdir una conspiración para derrocar a su padre; la conspiración fué descubierta y dió lugar al denominado proceso de El Escorial; el príncipe de Asturias con su habitual cobardía -de la que dió repetidas muestras a lo largo de su vida- denunció a todos sus colaboradores en la conspiración y pidió perdón a sus padres; no tardó en intentarlo de nuevo, en 1808, mediante el motín de Aranjuez, que simultáneamente eliminó políticamente a Godoy como valido de Carlos IV y al propio Carlos IV, obligado a abdicar. Lamentablemente para los deseos de poder de Fernando, Napoleón tenía otros planes respecto a los borbones, tanto los de la rama napolitana como los de la española, y poco le duró su primer acceso al poder (Marzo-Mayo de 1808); lo que ocurrió a continuación muestra en los distintos personajes de la monarquía española todos los vicios y miserias de la institución monáquica encarnada en la Casa de Borbón: en el encuentro en Bayona, instado por Napoleón con subterfugios que muestran la poca inteligencia -al admitirlos- de Fernando, Napoleón logró presionar lo suficiente a Fernando -marrajo cobarde en palabras de su madre, que algo lo conocería- para que reconociese de nuevo a su padre como rey legítimo; a cambio recibiría un castillo y una pensión anual de cuatro millones de reales. Fernando aceptó su renuncia a la corona de España en esas condiciones el 6 de mayo de 1808, ignorando que su padre ya había renunciado previamente en favor de Napoleón y que éste tenía pensado nombrar a su hermano José como rey de España. Estos traspasos alternativos -muy semejantes al juego del trile- de la corona española se conocen como las abdicaciones de Bayona. Fernando pasó los siguientes seis años instalado cómodamente en un palacete de Valençay (en el centro de Francia); sus principales ocupaciones fueron recibir clases de baile y música, montar a caballo, salidas de pesca u organizar bailes y cenas; se dice que Fernando habitualmente arrancaba las imágenes de mujeres desnudas de los libros de la extensa biblioteca del palacete -propiedad de Talleyrand- se supone que para integrar una colección exclusiva. Tenía tiempo, no obstante, haciendo gala de su habitual falta de gallardía, para adular servilmente a Napoleón -intentando medrar a cualquier precio en la convulsa situación política de la Europa de entonces- hasta el punto de pedirle que le adoptara: Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adopción que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanto por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M., como por mi sumisión y entera obediencia a sus intenciones y deseos, o a organizar una fastuosa fiesta con brindis, banquete, concierto, iluminación especial y un solemne Te Deum con ocasión de la boda de Bonaparte (la segunda, con María Luisa de Austria) en 1810. Jamás intentó escapar de una jaula tan dorada, tan amplia y tan cómoda, es más, llegó a denunciar a un barón irlandés enviado por el Gobierno británico para ayudarlo a fugarse; el propio Talleyrand hizo un breve bosquejo sicológico de Fernando: Es indiferente a todo, muy material, come cuatro veces al día y no tiene idea de nada; es muy estúpido y muy mezquino. Entretanto los españoles morían por él (El Deseado) en el transcurso de los seis largos años que duró la Guerra de la Independencia: ya entonces funcionaban los mitos mediáticos. Su más reciente biógrafo, el historiador La Parra, señala su ordinariez a la hora de expresarse; esta tendencia al lenguaje soez y vulgar probablemente fuese debida a su afición a emplear el estilo coloquial y castizo de la servidumbre de palacio. La Parra considera que era débil de carácter y espíritu y que sólo tomaba iniciativas cuando consideró que sus oponentes estaban debilitados, pues la valentía ante las situaciones adversas no fue una de sus cualidades. La Parra apunta también como rasgos dominantes de su carácter el disimulo, la desconfianza, la crueldad y el espíritu vengativo y destaca también su campechanía lo que junto con su vulgaridad y su capacidad para el disimulo le permitió mostrarse como un rey próximo a sus súbditos, incluso amable; (¡lo que son lo genes!). Las sucesivas actuaciones posteriores de Fernando VII no desmerecen de tales precedentes, y sería interesante recordarlas, pero alargarían esta entrada hasta hacerla indigerible (por abundante y desagradable); en otra ocasión.
En resumen, y volviendo al inicio, además de las tres expulsiones que menciona el semanario británico están las renuncias a la corona de España por parte de Carlos IV y Fernando VII, tanto o más instructivas que las expulsiones posteriores.
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(El texto ha sido editado para corregir el error de no contabilizar la primera de las tres expulsiones (también doble): la de María Cristina de Borbón Dos-Sicilias; junto a Fernando VII inició negocios relacionados con la sal, el ferrocarril y el tráfico de esclavos, a la muerte de éste -y con la colaboración de Narváez, el espadón de Loja y del marqués de Salamanca- expandió sus intereses de modo que se podía afirmar que no había proyecto industrial en el que la Reina madre no tuviera intereses. A la par de su expulsión le fue retirada la pensión vitalicia que le habían concedido las Cortes con anterioridad)

martes, 21 de julio de 2020

Izquierda relativa

Mucho antes de que Einstein enunciara sus teorías (son dos)  sobre la relatividad, ya el concepto era de universal conocimiento: en la percepción y categorización de ideas y conceptos el ser humano ha asumido de siempre que todo es relativo; es relativo principalmente si consideramos que cada ser humano  se posiciona de forma diversa respecto a valores, ideas, categorías y otros condicionantes que son, precisamente, relativos a cada quien. Y si lo queremos más formal, el relativismo como línea de pensamiento establece que
todo es relativamente verdadero, porque nada lo es en absoluto. Existe, a este respecto, un relativismo epistemológico  (negar la posibilidad del conocimiento objetivo y universalizable de la realidad, sobre la base de que todo conocimiento se construye sobre el marco de referencia de un contexto social, histórico y cultural particular) y un relativismo moral y cultural (negar la existencia de verdades y valores objetivos, independientes de cada cultura particular; lo bueno y malo, lo bello y lo feo, lo verdadero y lo falso así como otras categorías similares, son producto de cada prisma cultural).
Debería ser suficiente, todo ello, para admitir que, en política, los conceptos izquierda y derecha -denominaciones que se asentaron tras la Revolución Francesa-  son igualmente relativos (y no sólo por la despreocupación y falta de rigor con las que en política se asimilan etiquetas a ideas o valores); concretando aquí y ahora: el PSOE es izquierda únicamente -y debido a su posición relativa-  para los funcionarios del partido (que salvaguardan así su puesto repitiendo el argumentario oficial, aunque, a veces, el subconsciente les traiciona), para las empresas del Ibex35 y, hablando en general, para los intereses del gran capital; quiero decir que el PSOE es la izquierda que estos últimos puden tolerar, una izquierda que salvaguarde sus intereses antes que los de la mayoría de los ciudadanos de éste país; naturalmente con algún gesto ocasional que parezca de izquierdas, y que avive, como un golpe de fuelle, el fuego de la aparente sensación de democracia, pero sin mayor trascendencia económica respecto al establishment aceptado.
Viene todo ello a cuenta del ya descartado tripartito de izquierdas en el País Vasco tras las últimas elecciones autonómicas. Vaya por delante mi admiración -o envidia, no sé, vista la actuación habitual de la derecha española- por el PNV como una derecha civilizada y/o lo suficientemente inteligente como para incoporar a su programa políticas sociales que afiancen y afirmen sus presupuestos social-cristianos; pero, por resumir -y no creo que ofenda a nadie con ello- el PNV, a juicio de un valorador político omnisciente, creo que podría ser calificado como un partido de derechas. Y volviendo al hipotético -en una hipótesis basada en etiquetas políticas, no en la realidad, que los votantes vascos conocen de sobra- tripartito de izquierdas, es evidente que aún habiendo gente pa'tó (como ya enunció Lagartijo), incluso  quien crea factibles tales hipótesis, el PSE se siente mucho más cómodo gobernando con el PNV que con EH Bildu y con Elkarrekin Podemos-IU. Que, por otra parte,  sería lo mismo que ocurriría con el PSOE en el Congreso de los Diputados si el PNV (o Ciudadanos)  tuviera los suficientes diputados que lo permitieran (y no hay que retroceder mucho para constatarlo). Lo recuerdo para que todos seamos conscientes de lo relativas que pueden ser, en ciertas circunstancias, ciertas izquierdas.

miércoles, 15 de julio de 2020

El silencio en los medios

Es evidente que, a pesar del auge de las redes sociales, los medios continúan siendo la fuente de información y formadores de opinión prioritarios; los medios continúan en medio (valga la obvia redundancia) entre la realidad noticiable y el ciudadano receptor y destinatario de la noticia. Pero es sabido que cualquier intermediación pone y quita algo al mensaje, modifica la realidad de acuerdo al propio punto de vista del mensajero o a sus intereses (los de los propietarios de esos medios); todo ello es de sobra conocido en la teoría de la comunicación y el tratamiento de la información. Igualmente es conocida la más poderosa herramienta que poseen los medios para alterar, modificar y manipular la información: el silencio; efectivamente, la inexistencia de algo se asegura, esencialmente, con que nadie lo conozca. Esto es sabido desde la antiguedad, ya egipcios y romanos manejaban habitualmente la damnatio memoirae, una forma de borrar de la memoria a los así castigados y condenarlos a la ignorancia histórica, al perpetuo desconocimiento: era habitual que un faraón borrara de edificios y obeliscos las inscripciones con el nombre el aquellos predecesores con los cuales sus relaciones no habían sido especialmente amistosas; los romanos hicieron lo propio antes de que, recientemente, cuando la imagen fotográfica también se convirtió en información, Stalin -por ejemplo-  encargara reeditar las imágenes fotográficas de la Revolución Rusa, haciendo desaparecer de ellas, convenientemente, la figura de Trotsky; el que no sabe es como el que no ve, y si además de no ver tampoco oye, es dificilísimo que pueda llegar a saber.
Así es como los medios manipulan el conocimiento y la información inmediata con el poderoso recurso del silencio -lo que no sale en la tele no existe- y de ello existen pruebas a diario; pruebas que sólo pueden corroborarse, aún de forma minoritaria, debido a que existe una alternativa de información en las redes sociales: es fácil imaginarse un pasado en el que tales redes no existían y por tanto la opinión pública era conformada a diario y exclusivamente por los medios de comunicación incipientemente masivos, como era el caso del imperio mediático de Randolph Hearst, que dió lugar a un tipo específico de prensa, la amarilla, capaz de lanzar a su propio país a la guerra contra otros en nombre de la democracia (la guerra contra España en Cuba, por ejemplo) tal y como acabó siendo constumbre para EE.UU. en el siglo siguiente y hasta hoy; los medios como herramienta para una política expansionista y neocolonialista.
Que el silencio continúa siendo de uso habitual por los medios aquí y ahora es evidente; es fácil hacer un repaso frecuente de los mismos para comprobarlo (más allá de las burdas omisiones de todo lo relativo a ciertas fuerzas políticas en los noticiarios), generalemente utilizando una de las variantes más efectivas: el silencio relativo, que consiste en tratar masivamente -para saturar al receptor- reiterando noticias irrelevantes y sólo ocasionalmente las relevantes, cumpliendo así con la primera de las estrategias de la manipulación mediática enumeradas por Chomsky: la estrategia de la distracción. Por ejemplo, recientemente se ha excarcelado a los encausados y encarcelados -preventivamente o no, tras varios años- por los hechos acaecidos en dos asuntos distintos: el proceso independentista catalán y lo ocurrido en una pelea en un bar de Alsasua entre civiles y algunos miembros de la Guardia Civil; ambos casos han sido ampliamente recogidos en los medios. ¿Alguien diría que el hecho de que igualmente hayan sido excarcelados los condenados por el asunto de las tarjetas black ha sido tratado con la misma dedicación e intensidad mediáticas? (en Agosto de 2019 eran cuatro los que permanecían en prisión por este último caso, algunos de ellos fueron excarcelados después con la excusa de la pandemia de Covid19, que parece de exclusiva aplicación a delitos de corrupción); todos excepto uno, Rodrigo Rato (de una forma bastante particular); ¿alguien recuerda haber conocido por los medios que en 2018 la Audiencia Nacional decidió adelantar la excarcelación del expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, que cumplió cinco de los 10 años de prisión a los que fue condenado?

martes, 14 de julio de 2020

El número importa

Eso aseguraba Rémy -profesor de Historia- en Las invasiones bárbaras; la tesis es que el número -la cantidad-  es determinante para explicar la Historia; por ejemplo, una vez muerto Mao,
el PCCh siguió presentándolo como un gran héroe, aún reconociendo algunos de sus fallos y errores; errores tales como que la industralización de China -el Gran Salto Adelante- conllevara la muerte de entre 20 y 45 millones de chinos entre 1958 y 1962, una población que hubiera supuesto la desaparición de países enteros, de no ser China un país con cientos de millones de habitantes, hoy no existiría: el tamaño importa, evidentemente.
Me ha recordado ésto de la importancia o peso del número, un titular relativo a los resultados electorales en las elecciones autonómicas del País Vasco: De las amenazas de ilegalización a liderar el bloque de la izquierda: EH Bildu rompe su techo electoral: el número a contribuído a legalizar y a dar respetabilidad política a las tesis políticas defendidas desde la izquierda independentista vasca: el número -de votantes, en éste caso- da y quita razones: es la democaracia, amigo.
Y no otra cosa que el peso numérico está en la explicación de la impunidad efectiva del PP ante sus casos de corrupción: en la sentencia 20/2018  sobre la trama Gürtel se enumeran 28 delitos de prevaricación penados con 194 años de inhabilitación para los condenados (la mayoría de ellos que pertenecientes al PP) y además, se detallan y sancionan 24 delitos de cohecho que recaen sobre 12 personas, 26 de blanqueo, 36 de malversación y 20 delitos contra la Hacienda Pública, con un total de 165 penas; siendo así que la legislación vigente (Ley Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos),  permitiría haber dado comienzo en base a ésto a un proceso de ilegalización del PP, ya que el Articulo 10 prevé esa posibilidad cuando -entre otros supuestos también aplicables- un partido político incurra en supuestos tipificados como asociación ilícita en el Código Penal, ¿porqué no se ha contemplado siquiera tal ilegalización? seguramente por que hubiera sido difícil ilegalizar a un partido que además de ser la fuerza mayoritaria en ese momento en el Congreso de los Diputados, integraba también el gobierno de España: mientras el PP, a pesar de lo expuesto, continúe siendo votado, es improbable que se produzca algún cambio notable en ese sentido.
Los principios éticos y jurídicos -el primero, lo de la Justicia igual para todos, por ejemplo- son sólo eso, principios, los finales son los que se dan en la realidad. Y entre ambos a veces hay el mismo parecido que entre un huevo y una castaña.
En todo caso, espero que EH Bildu haga mejor uso del efecto número que el PP; para que, al menos, podamos apreciar en la realidad algunas diferencias políticas entre algunas izquierdas y algunas derechas.

lunes, 13 de julio de 2020

Emérito

Un emérito (del latín ex, por, y meritus, mérito; 'por mérito, debido al mérito') es aquella persona que, después de haberse retirado del cargo que ocupaba, disfruta de beneficios derivados de una profesión, como reconocimiento a sus buenos servicios en la misma.
Si nos atuviéramos a esa definición ¿las comisiones por intermediación en ventas y proyectos resultarían ser beneficios derivados de una profesión, la de rey, en el caso de Juan Carlos I?; ¿el reconocimiento a sus buenos servicios resultó ser la abdicación, para que su sucesor continuara, igualmente, como prestador de esos servicios tan buenos? Y, como pregunta para nota: ¿quien decidió que el Jefe del Estado Español durante cuarenta años, al dejar de serlo por causas concomitantes -y todas ellas de difícil explicación- debería pasar a denominarse emérito, al igual que un Papa que dejó de serlo?; Benedicto XVI alegó para su renuncia falta de fuerzas, los españoles no sabemos a ciencia cierta -aunque muchos lo sospechamos- la causa de la abdicación de Juan Carlos I; que su hijo estuviera ya -en opinión de su padre-  maduro y preparado no parece razón suficiente, seguramente con posterioridad hubiera estado más maduro y -con suerte- más preparao.
A la vista de lo que hoy se sabe sobre la conducta del rey emérito durante su ejercicio como Jefe del Estado español, alguien debería enmendar institucionalmente tal disparate titular e, igualmente, con los datos conocidos sobre su fortuna personal, debería suspenderse cualquier retribución a él destinada con cargo al Estado, en tanto se averigua, clarifica y justifica la procedencia de tal fortuna y los medios empleados para conseguirla. Y de probarse que estos fueron ilícitos, lo procedente sería tomar como ejemplo lo que ya dictaminaron las Cortes Constituyentes de la II República respecto a parecida conducta de su abuelo, Alfonso de Borbón Habsburgo-Lorena (Alfonso XIII): ... de todos los bienes, derechos y acciones de su propiedad, que se encuentren en el territorio nacional, se incautará en su beneficio el Estado, que dispondrá del uso más conveniente que deba darles, siendo preferente el de responder a los perjuicios causados a la Administración pública por los actos de inmoralidad administrativa, en los que fue notorio su influjo durante las dictaduras. Actualizado a la nueva normalidad, para ver que bienes existen a su nombre en Suiza y Panamá.

sábado, 4 de julio de 2020

Herencias

Nadie  es responsable de sus padres y, con algún matiz, la inversa es igualmente cierta: ningún padre es responsable de sus hijos. Igualmente es cierto que ningún hijo hereda más que algunos de los bienes materiales de sus padres; es más, los hijos tarambainas de padres famosos son más frecuentes de lo que la estadística dictamina; la ley de los grandes números  no debe ser la responsable de lograr la media por la vía rápida.
Creo que a Adolfo Suárez González hay que reconocerle, al menos, sagacidad y arrojo; puede que no fueran suficientes para traer a España los cambios políticos necesarios para este país, pero encontró también -empleando la mencionada sagacidad- la manera de vendernos que eran lo mejor posible, dadas las cicunstancias (que, objetivamente, no eran las ideales para un verdadero cambio político). Con su hijo, Adolfo Suárez Illana, no ocurre lo mismo: no sólo es que la sagacidad y el arrojo brillen por su ausencia en su persona -yo no diría que su afición por la caza y sus intentos de ser torero o militar sean muestra ni de lo uno ni de lo otro- es que tampoco es conocida alguna otra virtud que atribuírle, salvo ser hijo de quien es. Tras un intento -desastroso- de probar suerte política en las elecciones a diputado por el PP en Albacete, en 2003, se retiró de la política supuestamente consciente de sus limitaciones. Hasta que fué rescatado por el actual líder del PP, Pablo Casado -ese dirigente con vocación de cazatalentos- seguramente abrumado por los conocimientos sociológicos y antropológicos de Suarez Illana; méritos que debieron parecerle suficientes a Casado para incluírle como número 3 en la lista por Madrid al Congreso de los Diputados en las segundas eleeciones de 2019 (había ido como número 2 en las anteriores), lista que encabezaba el propio Casado. Con ese posicionamiento tan acorde a sus méritos era difícil no acabar en el Congreso, y fué lo que finalmente y sin remedio ocurrió; ya antes y sin esperar a la acumulación de más méritos -tales como asumir un heróico y grave riesgo de tortícolis ante la intevencion de los miembros de EH Bildu en el Congreso- Casado había nombrado a Suarez Illana, en 2018, presidente de la  Fundación Concordia y Libertad del Partido Popular (absorviendo una previa, denominada Humanismo y Democracia), que recibe cada año más de 458.000 euros de la Comunidad de Madrid (con gobierno del PP) por gestionar dos Centros de Participación e Integración de Inmigrantes (CEPI); Humanismo, Concordia, Libertad, Participación, Integración, Inmigrantes, ¿quién mejor que quien aseguró que La Transición supuso un abrazo de perdón entre los que mataron y los que murieron? (supongo que los muertos son abrazables, otras cosa es que ellos puedan hacer lo mismo por su propia voluntad). Sí, pásanos poco (inmigrantes incluídos).

miércoles, 1 de julio de 2020

Mejor que un sudoku

...que a mí siempre me ha parecido mejor sodoku que sudoku y tiendo a adoptar mi propia versión en cuanto me descuido. Bien, el hecho es que un sudoku no es nada -en cuanto a ejercicio mental- con el descifrado sintáctico -para empezar- de algunas de las frases de Mariano Rajoy en campaña; yo ahora echo de menos los filetes de hígado que mi madre curtía a modo en la sartén para proporcionar a mi cuerpo el hierro y otros nutrientes de los que parece que andaba necesitado de crío: nunca sabes que es lo que echarás de menos en el futuro aunque a día de hoy lo aborrezcas. No sé a que venía este inserto de memoria: Rajoy tiene en mí -y en otros, por lo que dicen- este efecto.
Y como estábamos desentrenados en tratar de comprender las complejas relaciones alcaldo-vecinales y la mucho españolidad de los españoles, a la mayoría nos ha cogido por sorpresa la última perla de Rajoy en la campaña de Feijoo (se supone que también del PP, aunque eso no se declara explícitamente) en Galicia: Muy pocos son los que hoy no convienen con todos en que Galicia mejoró y mucho desde entonces. Pocos tienen que ser, efectivamente, si todos convienen -entre sí, supongo- en que Galicia mejoró tanto, pero para eso debemos recurrir no sólo a la sintaxis gramatical, también al álgebra de conjuntos, cosa que en un sudoku ni de lejos. Y ya para nota lo de precisar -el mucho- cuanto mejoró y/o cuanto hubiera podido mejorar Galicia sin el PP; yo no lo he intentado, pero seguro que ni con ecuaciones diferenciales. Y precisar, igualmente, cuando fué entonces, quizá aplicando la teoría de cuerdas en un espacio-tiempo n-dimensional. Para que luego haya quien pregunte para qué sirve un registrador de la propiedad jubilado.