Hace tiempo que la Psicología abandonó el término subconsciente -aunque ha permanecido en el lenguaje coloquial- para aceptar sólo dos estados de la mente: la consciencia y la insconsciencia (o inconsciente); ya sea subconsciencia o inconsciencia -tratándose de quien vamos a tratar, yo creo que más lo segundo- los políticos, que basan gran parte de su actividad en hablar y manifestarse de continuo -sepan o no de lo que hablan, venga a cuento o tampoco- es fácil que, con frecuencia, acaben traicionados tanto o más que por algún micrófono abierto, por su propio inconsciente. De Pedro Sánchez, presidente del gobierno en funciones, tenemos muestras abundantes, por más que la vicepresidenta de gobierno -también en funciones- habitualmente le achica el espacio para la expresión de sus propias ocurrencias con aspiración a frase de titular en los medios; la última: Somos un partido que siempre mirará a la izquierda, que parece el complemento de ese otro eslogan/lema de la actual campaña electoral del PSOE: Ahora sí. Y cuando hablo de complemento quiero decir que ambas ideas-fuerza -es un decir- se complementan: respecto a lo primero, parece evidente que si Sánchez cree que el PSOE siempre mirará a la izquierda es porque implícitamente reconoce que no está ni estará en ella -sería más peligroso deducir que en el PSOE se dedican a mirarse el ombligo izquierdista- es decir, que si han mirado, miran y mirarán a la izquierda siempre, es porque el PSOE siempre ha estado en otro sitio (quizás desde la muerte de su fundador); puede que sea un modo de situarse políticamente: mirar a la izquierda para saber que ellos siempre estarán más a la derecha, acercándose y englobando a ese centro donde aún se supone que están los votos que finalmente otorgan el poder político; en el PSOE miran a la izquierda fundamentalmente para cerciorarse de que están lo suficientemente lejos de ella como para no incomodar al establishment, por mucho que a veces se hayan pasado de frenada asegurando presuntuosamente -e irrealmente- Somos la izquierda (parece difícil ser la izquierda y, simultáneamente, mirar a la izquierda salvo, para mirarse su teórico ombligo). Respecto a la complementariedad de todo ésto con el lema elegido por el PSOE de cara a la elecciones del 10-N, Ahora sí, recalcar que es un lema en el que todo -y lo contrario- cabe: un ahora sí que sí al estilo Cantinflas (aunque antes ya fué un no que no); en resumen, ahora sí que vamos a hacer todo aquello que siempre prometimos hacer y nunca hicimos; algo así como decir que ésta es la buena. Así de simples considera el PSOE a todos los españoles a los que reclama su voto: no se le ocurre que podamos pensar ¿y porqué ésta vez sí y no ninguna de las anteriores? ¿Debemos deducir, pues, que aunque ésta vez tampoco cumpla sus promesas nos deberíamos conformar como premio de consolación -en ausencia de ese cumplimiento que siempre resulta ser tan dificilísimo en la realidad- con saber que en el PSOE siempre miran a la izquierda?; lo cierto es que yo creo que esa mirada la utilizan exclusivamente, ya digo, para saber hasta donde pueden llegar y todo lo que deben evitar.
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