lunes, 20 de enero de 2020

Durmiendo

Las 10 mejores anécdotas de Camilo José Cela

DORMIDO O DURMIENDO Otra de las anécdotas más recordadas del Nobel de Literatura tuvo lugar en el Senado, en el que Camilo José Cela ocupaba un escaño por designación real. Corría el 19 de junio de 1977 y comenzaba la legislatura constituyente en la época de la Transición. En el curso de la sesión, el presidente de la Cámara, Antonio Fontán, se había dirigido un par de veces al escritor a quien había sorprendido descabezando un sueño. Ante sus llamadas de atención, Cela acaba por ...

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Puede s
Puede ser cierto que el señor Garcia-Margallo -al menos eso cree él de sí mismo- esté tan despierto como Unamuno en estado de vigilia, pero seguramente la inversa también es cierta, cuando duerme también lo hace con intensa dedicación: no he visto muchas personas tan tronchadas como él -en un acto público y en tan incómoda posición- mientras el europarlamentario polaco Jerzy Buzek cumplía con su duro trabajo a poca distancia del durmiente.
Es raro que, desde la tranquilidad de su conciencia,  no haya recordado -no le habrá parecido oportuno- antes que la de Unamuno, la conocida anécdota de Camilo José Cela, cuando en 1977, en el debate sobre el proyecto de Constitución, el presidente del Senado, Antonio Fontán, ante la visión del senador real ensayando la precuela de un Margallo, logró despertarlo, recriminándole suavemente: el senador Cela estaba dormido...a lo que éste respondió no, señor presidente, no estaba dormido sino durmiendo; Fontán entró al trapo y le dijo ¿acaso no es lo mismo estar dormido que durmiendo?, que era lo que Cela esperaba para replicar no, señor Presidente, como tampoco lo es estar jodido que jodiendo; que, por muy celebrada que fuera la anécdota, tampoco era totalmente suya, sino transliterada de una anterior -de casi todo hay precedentes en ésta vida- protagonizada de forma muy similar por Antonio Ríos Rosas, al que un compañero del Congreso -que el propio Ríos Rosas llegó a presidir en 1863- despertó al verle dormido en su escaño: don Antonio, es que estaba usted dormido, el rondeño repuso: no, estaba durmiendo; extrañado por el distingo, el amigo esperaba una explicación; Rios Rosas le aclaró: tampoco es igual estar bebido que estar bebiendo. A Cela le gustaba ser epatante y la adornó ligeramente con otro verbo más desgarrado y escabroso.
En todo caso, al igual que Jesucristo proclamó bienaventurados a los limpios de corazón -entre los cuales el señor García-Margallo, desde la placidez de su conciencia, parece incluírse- prometiéndoles la visión de Dios, igualmente proclamó bienaventurados a los perseguidos por causa de la justicia y les prometió el Reino de los Cielos; quiero decir que al igual que a Dios, el señor García Margallo  verá en el futuro a muchos de sus compañeros del PP; que por una causa o por otra, muchos acabarán encontrándose en la otra vida. Entre siesta y siesta, por supuesto, que yo, no sé porqué, siempre he imaginado el Cielo como un lugar tan aburrido como el Europarlamento (o más).

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