martes, 1 de mayo de 2018

Liberales, radicales...o lo que haya que ser para estar.

Habla Albert Rivera, cada vez que tiene ocasión, siguiendo el comportamiento de los gases, que tienden a ocupar todo el espacio o -como alguien ya ha mencionado- con la misma velocidad con que una voz de fondo se encarga de transmitirnos advertencias al final de los anuncios de medicamentos.
Y como en Ciudadanos han mostrado -inadvertidamente, por supuesto- varias veces su patita derecha últimamente en lo relativo  a la defensa de la igualdad de las mujeres, están que no saben qué hacer para demostrarnos su ferviente feminismo. Sin mucho fundamento, todo hay que decirlo. La última intervención la ha desarrollado en un tuit -también algo verborreico, pese a las limitaciones del formato- el propio Albert Rivera, que no se sabe si por iniciativa propia o mal aconsejado por sus asesores, ha manifestado: Clara Campoamor derrotó con su visión liberal y progresista a los que se oponían al voto femenino, desde socialistas a conservadores. Aquí el discurso de una mujer valiente que creía en la libertad y la igualdad y huía del sectarismo. Como ya Isaías Lafuente -biógrafo de Clara Campoamor- ha aclarado que fué gracias fundamentalmente al voto de la mayoría de los diputados socialistas que Clara Campoamor pudo lograr la aprobación del artículo 36 de la Constitución (por 161 votos a favor, 121 en contra y 181 abstenciones) legalizando el sufragio femenino, no lo reiteraré, pero, en todo caso, sí creo que sería intersante saber quién era quién -políticamente- por aquél entonces y porqué votó lo que votó cada grupo, o mejor dicho, cada diputado en conciencia (situación que hoy sería extrañísima, casi inimaginable).
Brevemente, en aquél asunto todo fué producto de una perversa paradoja: los partidos de izquierda consideraban que la mujer estaba muy mediatizada por la Iglesia católica y que ello produciría un voto mayoritario de la mujer por los partidos de derecha; así pues, se pronunciaron a favor del voto femenino -por diversos motivos-  buena parte de los diputados de partidos de la derecha, buena parte de los diputados socialistas, los de Esquerra Republicana de Cataluña y los diputados de otros grupos republicanos minoritarios; votaron en contra -igualmente por diversos motivos- los diputados de Acción Republicana (republicanos progresistas de Azaña), los del Partido Radical Socialista -partido que enfrentó Victoria Kent con Clara Campoamor- y la mayoría -salvo cuatro- de los diputados del propio partido de Clara Campoamor, el partido Radical. En 1934 Clara Campoamor abandonó el Partido Radical por su subordinación al principal partido de la derecha, la CEDA, e intentó ingresar en Izquierda Republicana, pero le fué denegada su incorporación.
En resumen, el partido Radical (que hoy sería Ciudadanos) se enfrentó en 1931  a una diputada (pudo ser elegida, pero no votar) de su propio partido en éste tema y votó mayoritariamente en contra del sufragio femenino que Clara Campoamor defendía; votaron a favor -justo lo contrario de lo que el señor Rivera asegura- socialistas y conservadores.
En todo caso, cuando se trate de hechos históricos comprobados, convendría que el Community Manager de cualquier partido político -Ciudadanos, en éste caso-  se asesorara un poco antes de dar por bueno cualquier argumentario. Por muy vendible que les parezca, a priori.

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