En el cúmulo de falsedades y mentiras (que, a su vez, generan nuevas mentiras; las mentiras, de siempre, han sido virales) en que rápidamente se ha convertido el culebrón protagonizado por Cristina Cifuentes y su master que nunca exisitió (o, por mejor decir, que obtuvo gratis total), las más apabullantes e increíbles son las de las cabezas rectoras de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), que han comenzado a reconocer lo inevitable, acuciados por el cante de aquellas a quienes pretendían cargarles el muerto, eso sí, sin asumir ninguna responsabilidad en lo sucedido; parecen creer, también, que dimitir es un nombre ruso; ¡que nivel!
Así, Enrique Álvarez Conde, el director del Máster en Derecho Público del Estado Autonómico que Cristina Cifuentes dice haber obtenido en
dicha Universidad (cuyos efectos, además, tampoco parecen haberse notado mucho en la gestión de la parte del Estado Autonómico bajo su responsabilidad), ha asegurado este viernes que el
acta presentada por la presidenta de la Comunidad de Madrid es una reconstrucción del acta original que debería estar en los servicios
de administración de la universidad.
Vamos a ver si es posible que estas cabezas rectoras puedan expresarse con claridad (el idioma lo permite, aunque en el éstado de pánico en el que han debido entrar lo dificulte): reconstruir es según la RAE volver a construir algo que existía previamente y, por lo que sabemos hasta ahora, nadie puede (aunque muchos deberían) certificar esa existencia previa, tampoco los servicios de administración de la universidad de donde, evidentemente, alguien no sólo debería sino que podría haberlo ya recuperado, a la vista de la situación creada ya hace más de dos semanas. Hay que recordar que el señor Alvarez Conde ha sido y es el único director del Instituto de Derecho Público que organizó los cursos para impartir el máster en cuestión.
En fin, que incluso en éste país donde estas situaciones -con lo demoledor para la moral pública que eso resulta- al parecer constituyen la norma y no la excepción, creo que la señora Cifuentes está reconstruyéndose a diario como cadáver político. Algo que, en realidad, debería ser ya hace tiempo, como su ínclita antecesora en el cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid, pero que a Ciudadanos debe interesar mantener como precadáver, aunque tenga que soportar a diario el olor que invade la Asamblea; olor que, dicho sea de paso, todos percibimos también a diario a través de los medios.
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(continuación de Mentiras y Poder y deber, de nuevo; también puede consultarse alguna entrada anterior sobre Cifuentes y su regeneracionismo).
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