Habrá pensado el presidente del gobierno, que siempre está muy en el detalle en su estrategia de mortal inacción por la que suelen caer los cargos directivos del PP, que nadie mejor para aplicar un fomento (según una de las definiciones de la RAE, Medicamento líquido que se aplica con paños exteriormente) que el ministro del ramo, o sea, el señor Iñigo de la Serna que ha asegurado, en relación con el Mastergate, que la decisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, de renunciar a su polémico máster en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) es un acierto y le honra. La propia interesada, la señora Cifuentes, lo había anunciado así con anterioridad, aunque, a preguntas de un periodista había asegurado -intentando matizar- que aunque renunciaba a su máster en Derecho Público Autonómico, no lo consideraba ilegítimo. Y, en ese caso, si, según ella ha cumplido con todo lo que le pidió la Universidad y todo lo que exigía la ley, ¿porqué renuncia al título? Hay quien opina -y algo debería valer la opinión de alguien que fué rector de Universidad, aunque ahora ejerza de político- que a un título universitario no se puede renunciar si es legítimo y que, de no serlo, lo que procede es anularlo. Incluso Javier Ramos, el actual rector de la URJC ha asegurado que de confirmarse el delito de falsedad
documental, solicitaremos al Ministerio de Educación su retirada. Rotundo el señor rector, aunque, ¿cabrían otras posibilidades por parte de las autoridades académicas ante ese delito confirmado?
Para otro día -uno en el que estemos tan matizadores como hoy la señora Cifuentes- dejamos el análisis de las diferencias entre ilegal e ilegítimo o entre retirar y anular.
En todo caso, el tiempo de los fomentos parece que ya pasó, urge cirugía radical contra la gangrena de una corrupción tan extendida. Tengo curiosidad por conocer la futura cara de Cifuentes dentro de un año.
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