Leo y no doy crédito a mis ojos: La familia González (la de quien fué presidente de la Comunidad de Madrid), a punto de quedarse sin luz y agua por el embargo del caso Lezo. Tiene su aquél de justicia poética que quienes inauguraron cárceles ahora las habiten y quienes pospusieron sine die medidas efectivas para cambatir la pobreza -en una de sus variantes: la energética- ahora padezcan en su carne mortal un ejemplo -que, con seguridad, no llegará a concretarse- de lo que ello puede suponer. Al parecer, el bloqueo de las cuentas (declaradas) de Ignacio González ha tenido como consecuencia no sólo recibir avisos de corte de suministro de luz y agua, sino también el no poder hacer frente a las hipotecas o las matrículas en la Universidad de sus hijas.
Justo al lado de ésta noticia, leo otra sobre el mismo tema, el corte de energía eléctrica, aunque ocurriendo algo más lejos -físicamente- de nosotros: Gaza, sin luz y sin esperanza; ...la situación de los dos millones de palestinos que residen allí se hace
más insoportable. Uno de los problemas de estos días es el recorte del
suministro eléctrico. Cada familia de Gaza recibe solo cuatro horas de
electricidad seguidas, lo que suscita un sinfín de problemas sanitarios y
de todo tipo (cloacas y plantas potabilizadoras que dejan de funcionar, por ejemplo). Al parecer, la Autoridad Palestina enfrentada a Hamás, que gobierna en la franja de Gaza, ha decidido reducir en un 40% la factura de la electricidad que Israel suministra a la franja de Gaza y éstos, por tanto, reduciran la electricidad suministrada en la misma proporción, empeorando una situación ya límite en la actualidad.
Como, según Oscar Wilde, sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor, no voy a dar mi opinión imparcial sobre cuál de las dos noticias me preocupa más.
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