El tiempo desapacible que hay hoy en Madrid contrasta con la imagen de alegría que se vive en las filas populares, comentaba el presentador del telediario de la empresa pública de televisión en España, TVE, al comenzar la información sobre el congreso del PP. Aunque hace tiempo que procuro informarme -u oír propaganda- por otros medios, lo he buscado y encontrado. Al ceder el presentador la palabra a la periodista que cubría la noticia in situ yo, casi, casi, esperaba oír de fondo un atronador ¡freude!, ¡freude! del himno a la alegría de Beethoven entonado por los más de 3.000 compromisarios y afiliados -según nos había cuantificado solícito el presentador- que asistían al congreso; ésta, sin embargo se limitó a repetir el guión del presentador reiterando el ambiente distendido -no como otros, faltó que nos dijera- que reinaba entre asistentes y el presidente del PP, Mariano Rajoy, como si se tratara de una gran familia, información que, de insuficiente y reiterativa, tuvo que complementar después con algún que otro detalle de color local: la ausencia de corbatas, todos los debates casi cerrados -que lástima que tan unánime grado de consenso, traducido en mucha unidad y una casi total unanimidad, haga recordar un particular sistema de votación, denominado a la búlgara- y las carreras debidas a la lluvia, que ésto último supongo que también fuera en el fondo motivo de alegría para compromisarios y afiliados ya que, según Rajoy, ello ha de tener como consecuencia una bajada en el recibo de la luz para todos los españoles.
Efectivamente, un Gran Familia a la manera que la entendía don Vito Corleone, aquél que transmitía sus deseos diciendo en voz baja a los destinatarios de sus órdenes aquello de tengo una oferta que no podrá rechazar, que, no sé porqué, imagino a Mariano Rajoy susurrándola igualmente al oído a cada uno de los compromisarios; llegar a ser el mejor país del mundo -Rajoy dixit- no es gratis.
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