Consideramos un hecho histórico -algunos dicen que marca realmente el final del siglo XX- la caída del muro de Berlín en 1989; ese muro tenía un perímetro de 155 kilómetros y circundaba el Berlín Oeste dentro del territorio de la República Democrática Alemana. Se celebró entonces el triunfo de la libertad, la implosión y virtual desaparición del régimen comunista en la Unión Soviética y en todos los países de la Europa del Este, la desaparición del Pacto de Varsovia; ¡cuanta ingenuidad! No sólo no desapareció su contraparte militar, la OTAN, sino que hemos podido comprobar todos -también los liberados- que la libertad en una sociedad de libre mercado puro es únicamente la que permite el gran capital; el hecho cierto es que a partir de entonces hemos estado -más aún- a merced de ese totalitarismo invisible del que se vale el capitalismo para reglar nuestras vidas; es más, los muros -también los de hormigón armado y concertinas- no han parado de proliferar por el mundo a partir de la caída del de Berlín; no hay más que mirar el blindaje de Europa frente al desastre humanitario del cercano Oriente -causado en parte por armas que la misma Europa ha facilitado para alimentar la guerra en esa inestable región- en cuyo corazón existe, además, un ejemplo de muro físico -concreto, en varias de las acepciones de la palabra-: el que el Estado de Israel ha levantado para separarse del territorio de la Auutoridad Nacional Palestina en Cisjordania, aunque sin seguir estrictamente la frontera, sino serpenteando para incluir territorios alejados hasta 22 kilómetros de ella, con el fin de incoporar a su propio territorio, de facto, los ilegales asentamientos israelíes en suelo cisjordano; un muro de más de 700 kilómetros.
La frontera entre Estados Unidos y México tiene unos 3.000 kilómetros de longitud, de ellos ya hay más de 1.000 kilómetros de muros y
vallas que separan a ambos países; el actual presidente de Estados Unidos ya ha firmado la orden ejecutiva para construir un muro en los 2.000 kilómetros restantes. Actualmente Estados unidos tiene en activo más de 20.000 agentes fronterizos, cinco veces más que hace sólo dos décadas.
Aunque la lógica que persigue éste tipo de muros es mantener a un lado privilegios y privilegiados y al otro a los desheredados cuyo único
objetivo permitido a sus vidas es ser utilizados como mano de obra semiesclava para el mantenimiento de esos
privilegios, el sentido común admite desde hace tiempo que no se pueden poner puertas al campo. Y menos aún a la desperación, al miedo y al hambre.
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