lunes, 28 de diciembre de 2015

Posible y probable

Son dos palabras que no se confunden tanto como los verbos deber y poder, pero que, sin embargo, interesa dejar clara su diferencia: todo el mundo entiende que es posible que nos toque la lotería -si jugamos, al menos- pero que no es probable que la diosa Fortuna nos visite trayéndonos  euros suficientes para lo que surja. 
¿Es posible que en una asamblea de 3.030 personas, 1.515 -exactamente la mitad- vote una cosa y las otras 1.515 otra?: sí. ¿Es probable?: yo diría que es muy improbable y si me pongo a ello podría cuantificarlo (*). Dicen que la suerte es contagiosa como los catarros; que no se extrañen los votantes de la asamblea de la CUP si en éstos días les pasan los billetes del sorteo de El Niño o los boletos de la Lotería Primitiva por la chepa, perdón, por la espalda.
En todo caso, que la CUP procure que los asistentes a la próxima asamblea sean impares: por evitar incómodos empates, digo. Aunque igual uno vota en blanco y estamos en las mismas (que está todo previsto).

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(*) que tampoco parece un arco de iglesia: si consideramos que la primera posibilidad es que no vote Si nadie y voten No 3.030; la segunda 1-2.029....1.515-1.515.....hasta Sí 3.030  y No 0, resultan que el empate es una posibilidad entre 3.030. Así de improbable. Si descartáramos los dos tercios extremos por improbables a priori, aún nos quedaría asegurada una posibilidad entre mil, que no está nada mal.

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