lunes, 6 de diciembre de 2021

Carnaval danés

No es contestación gratuita -tampoco irrazonable o irrazonada- la que nos lleva a coincidir con aquellos que hace más de cuarenta años preferían la ruptura a la reforma; si las libertades democráticas defendidas por la II República fueron derrotadas una primera vez, explícitamente y por la razón de la fuerza en 1939, también lo fueron una segunda vez, de forma encubierta y con el adorno de solicitar la aquiescencia a los propios derrotados, cuarenta años después. Que la mencionada reforma incorporara como Jefe del Estado la figura que el dictador había elegido  como su sucesor no sólo es simbólico si no un resumen de lo que tal reforma, -denominada, a efectos propagandísticos, la Transición del 78- representaba y pretendía, esto es, proceder a un mero cambio de collar de los perros encargados de la protección de la cúpula socio-política del franquismo y de los intereses del gran capital -del establishment local, en definitiva-; los perros continuaron siendo los mismos.

Por otra parte, ni la propia Transición del 78 ni su producto estrella, la Constitución, fueron de factura interna, tal y como una y otra se vendieron con posterioridad repetidamente hasta la saciedad; la primera fué un invento estadounidense -de la CIA, concretamente-  con la colaboración del CESED, el servicio de inteligencia organizado por Carrero Blanco (el mismo CESED que se encargó de los pasaportes de Felipe González y de los que se hicieron cargo del nuevo PSOE, liquidando a los dirigentes históricos de ese partido en Suresnes), y financiado con dinero procedente de la socialdemocracia alemana como ya hay quien ha documentado; la milagrosa Transición no fué tal, si no una más de las maquinaciones intervencionistas de la CIA en cuanto a la manipulación  de regímenes políticos en diversos países del mundo respondiendo exclusivamente a intereses de la geopolítica estadounidense: el mismísimo Jefe del Estado, Juan Carlos I,  producto de tal manipulación, irá a agradecerlo personalmente al Congreso de EE.UU. en Junio de 1976, tal y como los procónsules de las provincias del imperio romano iban a informar puntualmente ante el Senado en Roma. De la segunda, sólo recordar que es reconocido que la Constitución del 78 tiene su mayor inspiración -por decirlo elegantemente-  en la Constitución alemana de 1949 (ellos la denominan Ley Fundamental (Grundgesetz)); hasta el tan manoseado artículo 155 es copia casi íntegra -y las modificaciones incorporadas aquí contribuyeron a hacerlo mucho más ambiguo- del artículo 36 de la vigente Constitución alemana.

En todo caso, visto a día de hoy -por ejemplo- el impresentable estado del funcionamiento de la Justicia en este país y lo olvidados -por inaplicados-  que permanecen los artículos de la Constitución del 78 referidos a los derechos y libertades de los españoles, me da pie a plantearme de nuevo, como hace cinco años, ¿qué celebramos realmente hoy, 6 de Diciembre, día de la Constitución? 

En el antiguo carnaval danés (Fastelavn) se metía un gato negro en un tonel de madera que se golpeaba con garrotes; cuando el tonel se rompía el gato huía despavorido: era señal de que se había ahuyentado la maldad y la oscuridad; ojalá tener una Constitución fuera la mitad de efectivo.

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