A los jóvenes quisiera decirles: Madurad y tened conciencia de vuestra responsabilidad, antes de preocuparos del mundo y su transformación. Cuantos más individuos haya capaces de contemplar el teatro del mundo con tranquilidad y espíritu crítico, menos será el peligro de las grandes tonterías de las masas, principalmente de las guerras.
(De una carta de Hermann Hesse a Arno Steglich, en 1932).
(De una carta de Hermann Hesse a Arno Steglich, en 1932).
Se muere, en efecto, de un modo condenadamente lento y a trozos: cada diente, cada músculo y hueso tienen una despedida extra, cual si con ellos nos hubiera ido particularmente bien.
La juventud ha huido, ya no estamos sanos.
Aprieta la reflexión y ocupa el proscenio.
Anhelo ardientemente la muerte, pero no tengo ningún deseo prematuro e inmaduro, y pese a todos mis deseos de madurez y sabiduría sigo todavía honda y sangrantemente enamorado de la dulce y divertida estupidez de la vida. ¡Mi querido amigo, queremos las dos cosas a la vez, una bella sabiduría y una dulce necedad! A menudo queremos todavía caminar juntos y juntos trompicar. Ambas cosas deben de ser preciosas.
(Elogio de la vejez, de Hermann Hesse)
Cómo retrocede el tiempo: todavía ayer todos eran más viejos que yo y hoy ya son todos más jóvenes que yo.
(Impresión repentina, pecio de Rafael Sánchez Ferlosio)
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