miércoles, 18 de agosto de 2021

El suicida

El atronador instante se diluyó instantáneamente en la angustia, que sentía extensa y eterna, como una gota de agua en el mar. Tal era su desesperación y su rabia que ni lo oyó; pero ese instante descompuso todo el andamiaje de su vida y el final llegó para eliminar radicalmente todos los enigmas pendientes. Sin embargo, los segundos anteriores resultaron eternos; al menos lo suficientemente largos como para que cupieran en ellos, una tras otra, todas las causas de una decisión que las convertiría en pasado permanente; seguramente todo se resumiría en un breve movimiento del dedo índice sobre el gatillo. Como un fulgor tenebroso, la vida, toda su vida, se agitaba en imágenes aparentemente inconexas, nebulosa y vívida, cacófona y nítida, oscura y deslumbrante; retazos de vida flotando en el incandescente magma de la incertidumbre. Acabemos, fué lo último que pensó mientras todo se fundía en negro y se instalaba en él un silencio absoluto. Por fin.

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