viernes, 19 de junio de 2020

El diccionario como I-Ching

Me viene de antiguo, cuando de niño abría algún diccionario o enciclopedia para buscar una palabra y saltando a alguna de las que aparecían en la definición y repitiendo sucesivamente el proceso, acababa en palabras y conceptos insospechados al principio, con lo que, por ejemplo, comenzaba en torpedo y acababa en misticismo en cuatro o cinco saltos; permanece en mí ese temblor admirativo ante lo inabarcable del lenguaje, de las ideas y del mundo, cuando ahora hago lo más parecido a aquello pero con los medios actuales que permiten las nuevas tecnologías de búsqueda través de internet: era -y es- una especie de tarot o I-Ching particular que despierta en mí percepciones y razonamientos para-lógicos, una especie de oráculo para obtener claves que me permitan interpretar aspectos no evidentes de la realidad.

He aplicado este procedimiento -algo taumatúrgico y paranormal, sí- a la palabra normal y al concepto asociado: normalidad, muy en uso actualmente a causa de un nuevo eufemismo -con cierto tufillo a oxímoron- como es la nueva normalidad, esa normalidad que se supone que configurará el mundo post-Covid19. Pues bien, además de los consabidos significados de normal -usual, habitual, natural- normal también significa en geometría perpendicular, es decir, líneas o planos que forman un ángulo recto respecto a otras líneas o planos; ahora toca buscar recto: justo, severo, primitivo, literal, que no se inclina ni hace curvas... ¿primitivo?...¿lotería primitiva?: juego público de azar en el que de un bombo...ya basta, en unos pocos saltos (normal-perpendicular-recto-primitivo(a)-lotería) he conseguido la clave: la nueva normalidad será como la normalidad anterior, es decir, una lotería en la que la inmensa mayoría continuaremos perdiendo el dinero alimentando la ilusión de hacernos ricos de forma instantánea (suponiendo, además, que ello nos hará más felices el resto de nuestra vida). Vamos, que a lo de nueva normalidad yo le quitaría el prenombre; la nueva normalidad será una normalidad como la de siempre (o puede que más precaria), normalidad de ir tirando, que es lo que parece que todos añoramos. Y, a lo que se ve, siguen siendo pocos los que interpretan y asumen las señales de que esa normalidad tan añorada nos está encaminando -a todos- inexorablemente al desastre.

Probaré con la palabra ilusión que, a pesar de la primera definición -concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos- parece más prometedora.

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