El ínclito Fernando Sánchez Dragó -de conocida trayectoria política y personal- que últimamente se dedica, entre otras actividades, a glosar al líder de Vox (Santiago Abascal. España Vertebrada como queriendo recordar a Ortega y Gasset, aunque sólo sea en el título), tambien se ha permitido pergeñar un tetrálogo de instrucciones para votantes, aunque como prólogo y colofón del mismo se reconoce abstencionista habitual: se ve que él se considera por encima de tales minucias y que no existe ninguna contradición en ello (haz lo que bien digo y no lo que mal hago que muchos convierten en haz lo que yo digo y no lo que yo hago, sin ser exactamente lo mismo). Y si fuera verdad lo que afirma sobre que no votar es una forma de hacerlo, ha tiempo que el abstencionista habría sido el partido mayoritario -permanentemente- y si se hubieran dejado sin ocupar los escaños que les hubieran correspondido tanto en el Congreso como en el Senado, hace tiempo también que la política de este país habría sido bastante distinta a la que ha sido.
Según él, lo primero que hay que hacer -y para argumentarlo le vale tanto Hobbes como Octavio Paz ó Voltaire- es elegir al único partido no socialdemócrata que se presenta a las elecciones: Vox (se le ha olvidado comentar que es el único partido que, además, se confiesa no demócrata; curiosamente se ha presentado y se presenta a unas elecciones). Pues yo creo que lo primero que habria que hacer es no dejarse confundir por las siglas y sedicente adscripción política, por ejemplo, el PSOE ¿es realmente socialista y obrero? Por más que afirmar que el PP y Ciudadanos son socialdemócratas -aún considerando la desnortación actual de la socialdemocracia- puede causar más de un ataque de risa floja o, alternativamente, de asombro y perplejidad. Ya son ganas de retorcer el lenguaje y, en éste caso, no tiene ni la excusa de que se deba a una licencia literaria.
Lo segundo, sentido común, ese baluarte de políticos incapaces -algunos de reciente memoria- aunque, como ya muchos han señalado, es el menos común de los sentidos. Porque, puestos a utilizarlo, ¿no es de sentido común que han de priorizarse las políticas sociales -educación, sanidad, dependencia, pensiones- que afectan a los españoles sobre la unidad de España o sus banderas, o sea, exactamente lo contrario a las propuestas de Vox?
Lo tercero para el señor Sánchez Dragó es no votar pensando en Europa a la que concluye que le cabe el destino producto de la segunda ley de la termodinámica: supongo que él supone que sea el caos y/o el desorden, ya que, como su cientificismo lo es de oídas, se ha quedado con esa idea, en vez de la de entropía, y el concepto de la transición entre estados de equilibrio, que es lo que realmente propone la segunda ley de la termodinámica; creo que sería útil recordar este corolario sobre la segunda ley de la termodinámica para aplicarlo al actual panorama político: ningún proceso cíclico es tal que el sistema en el que ocurre y su
entorno puedan volver a la vez al mismo estado del que partieron.
Correcta, por último, su cuarta instrucción, que suscribo totalmente: el populismo siempre es demagogia, pero cuando se suma al nacionalismo conduce al totalitarismo. No tiene más que recordársela a sí mismo y a la fuerza política que parece propugnar: Vox.
Creo que ni con aguarrás salen las manchas de la ignorancia o las que produce la chochez.
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