lunes, 8 de enero de 2018

La nieve se disuelve, la responsabilidad no.

El director de la  DGT (Dirección General de Tráfico), Gregorio Serrano -ese intencionado calco de su superior, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido- tiene claro -clarísimo, se lo he oído decir- que no es su responsabilidad que haya habido personas bloqueadas en la autopista AP-6 (y en muchas otras carreteras españolas) toda una noche - a veces más- a causa de una nevada: primero fueron los propios conductores los culpables, bien por no llevar cadenas, bien por atender (sí, por hacer caso, no por desoír) las recomendaciones de la propia DGT que informó -erróneamente- que esa autopista era transitable, y luego, cuando eso ya era contestado claramente por los propios afectados a través de las redes sociales, el culpable ha pasado a ser la empresa concesionaria de esa autopista.
Antes de nada, convendría dejar claro que la responsabilidad de todas las competencias del gobierno en cualquier materia, incluyendo las que se encuentren delegadas en la gestión de empresas privadas -ese modelo de gestión que los neoliberales no paran de vender como más eficiente, cuando está clarísimo que eso no tiene porqué ser verdad, de hecho casi nunca lo es, por puras razones económicas- recae directamente en el gobierno y, específicamente, en el organismo del ejecutivo con atribuciones en la materia de que se trate, en éste caso, la DGT. El propio ministro de Fomento ha reconocido que el Estado (el Ministerio de Fomento) es el único  titular de la autopista.
Lo sucedido, por otra parte, ha vuelto a poner en evidencia no sólo la incompetencia de muchos de los cargos del gobierno de un partido -el PP- que presume -se ignoran las razones- de gestionar mejor, si no la doble vara de medir que utilizan de forma permanente como mecanismo de supervivencia: ya se ha recordado lo ocurrido en 2009 en parecidas circunstancias meteorológicas  con gobierno del PSOE y el PP en la oposición; ninguno de los argumentos utilizados por el PP de entonces parece que sea válido para el PP de hoy; si entonces la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, pidió disculpas a los usuarios que se vieron afectados por los cortes de carreteras y el cierre del aeropuerto de Barajas y reconoció fallos de coordinación entre la Agencia Estatal de Meteorología, el Ministerio del Interior, el de Fomento, la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital, nada de eso hemos visto en los responsables del gobierno ahora; según el director de la DGT, todo ha sido un contubernio -al estilo de aquél imposible judeo-masónico-marxista- entre la meteorología, los conductores y la empresas concesionaria de la gestión y explotación de la autopista. ¡Que sería de nosotros sin el humor!
Y si el director de la DGT continuara insistiendo en culpar a los propios conductores -usuarios de unas infraestructuras públicas y víctimas directas de su incompetencia-, habría que recordar que las posibles carencias en las capacidades de conducción de los españoles -como pudiera ser falta de experiencia en la conducción de vehículos en circunstancias no habituales, o el uso de cadenas, por ejemplo- son responsabilidad, también, del gobierno; para eso se supone que el gobierno expide un carnet de conducir: para garantizar al seguridad vial.

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