sábado, 6 de enero de 2018

Emérito

Emérito, en la antigua Roma, se decía de un soldado que había cumplido su tiempo de servicio militar y disfrutaba la recompensa debida a sus méritos. Independientemente de lo brillantes que hubieran sido sus servicios y el valor demostrado, lo cierto es que tenía mérito que un ciudadano de Roma -los esclavos, con buen criterio, estaban exentos- dedicara prácticamente toda su vida -entre los 17 y los 60 años- al servicio de Roma; emérito nos dice el diccionario que es aquella persona, especialmente si es un profesor, que se ha jubilado y maniente sus honores y alguna de sus funciones.
Y emérito ha sido la palabra elegida para designar el status de reyes y papas que han abdicado -se han jubilado a sí mismos- recientemente como es el caso del papa Benedicto XVI o el anterior Jefe del Estado español, Juan Carlos I; imagino que emérito querrá reconocer los méritos en el ejercicio de sus responsabilidades hasta su abdicación (supongo habría que ir pensado en otra palabra, por si los méritos -abdicación incluída- no fueran suficientes).
Con motivo de la celebración del 80 cumpleaños de nuestro rey emérito, los medios y las fuerzas políticas autodenominadas constitucionalistas, no han escatimado en elogios a su figura y a su labor al frente del Estado; elogios que, sinceramente, la mayoría suenan a panegírico post mortem (en éste país se mejora muchísimo al morir) en su exageración. Concretamente, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, le ha agradecido ser clave para el entendimiento y consenso que hizo posible  la etapa de mayor estabilidad y crecimiento de España; y es que, seguramente, esto último no es cierto y esos méritos quepa atribuírselos a la etapa de la dictadura de Franco, lo cual me hace pensar en que hubiera sucedido si Franco hubiera abdicado antes de morir, ¿se hubiera convertido en Caudillo emérito y Juan Carlos se hubiera convertido en Caudillo antes que en Rey? (habría que recordar que esa situación se dió en la realidad, aunque no formalmente).
Por cierto, ninguna mención por parte de esos mismos medios y fuerzas políticas a alguna de las variadas sombras -personales e institucionales- que se van conociendo de Juan Carlos I en esa etapa de entendimiento y consenso. Aunque sólo fuera por dar versosimilitud a los panegíricos con el claroscuro.

No hay comentarios :

Publicar un comentario