miércoles, 29 de marzo de 2017

Estadismos

El presidente González continúa aburriéndose y parece que como forma de evitarlo -además de asistir a los actos propagandísticos de Susana Díaz- ha creado una fundación que recientemente ha publicado su libro ¿Quién manda ahí?, un conjunto de estadismos que pretenden fundamentar su propuesta de reseteo de la socialdemocracia. Publicar libros -o mejor, que una fundación te los publique- no es mejor ni peor que otras ocupaciones propias de jubilado, tal como pueda ser contemplar el desarrollo de una obra -sobre todo ahora, que suelen ir más lentas- pero tiene la ventaja de ser un entretenimiento más propio de jarrón chino, sobre todo si se tiene el convencimiento de que las propias reflexiones son imprescindibles para el resto la Humanidad: ¿qué mejor escaparate para seguir ejerciendo de estadista fundamental de la izquierda que un conjunto de obviedades buenistas reunidas en un libro para distraer al personal, mientras el resto de tiempo se atiende -o se atiende a quienes los atienden- a los negocios privados basados en manejar los cubiletes del trile ante los previamente distraídos?
Así, el señor González nos informa en El País -¡oh, sorpresa!- de que se nos escapan (a los socialistas, supongo) segmentos de nuestra sociedad que sufren la desigualdad y la marginación, pese a lo cual no aprueba  la aparición de respuestas reaccionarias que reactivan el rencor como motor de las emociones para la lucha política poniendo en peligro el proyecto de la UE. Supongo que quiere decir, si no lo he entendido mal,  que los afectados por la última ola del capitalismo salvaje y víctimas de la desigualdad y la marginación deben tener prioritariamente su vista puesta en el proyecto de la UE antes que en la propia supervivencia, y no ser rencorosos apoyando respuestas reaccionarias. Le faltó ésta vez mencionar a los PP (peligrosos populismos), denominación que tiene la ventaja de poder utilizarse tanto para describir a la ultraderecha como a todo aquello que esté a la izquierda de la teórica socialdemocracia. Y ahí llega su magnífica aportación para revitalizar a la agonizante socialdemocracia: ¿Por qué no reseteamos esta máquina?  ¿Por qué no volvemos a poner en valor lo que representamos, qué objetivos tenemos, y cómo adaptamos ese impulso a las circunstancias que nos ha tocado vivir?, se ha preguntado retóricamente; ¿quizá porque es posible que la socialdemocracia no sobreviviera a un reset que necesitaría, para ser eficaz, ser un auténtico electroshock?, me pregunto yo.
También le parecen mal al señor González los referéndums como forma de volver a atraer a los ciudadanos hacia la política o favorecer su movilización y participación en el sistema: los referéndums son solo eficaces cuando lo que preguntas es sencillo de expresar y decisivo para el futuro del país; con preguntas complejas no son confiables porque la gente no responde a lo que le preguntan sino a lo bien o mal que le cae el que pregunta (!!). Pero sobre todo, se deduce, debido a la complejidad de cuestiones que sólo pueden manejar los estadistas como él (al estilo Bierce), simplificándolas y manejándolas convenientemente, como hizo en su histórica convocatoria del referendum sobre el ingreso de España en la OTAN. 
Concluye su entrevista el señor González señalando: las respuestas demagógicas me inquietan. Y a mí; aunque en su caso, ha optado por sacudirse la inquietud asistiendo a los actos susanistas para el reseteo socialdemócrata. O para lo que sea que se escenifique en dichos actos; con el barullo la demagogia ni se nota.

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