Asegura Petra László que entró en pánico y que eso fué lo que la impulsó a dar patadas a los refugiados sirios que corrían para huir de la policía húngara y también a poner la zancadilla a un hombre que corría con su hija en brazos. Tales afirmaciones no tienen un pase ni siquiera en éste país, en el que las increíbles y patéticas disculpas y justificaciones de imputados en casos de corrupción hacen que cada vez tengamos el nivel de asombro y el sentimiento de vergüenza ajena cada vez más laxos. El pánico, lo que produce habitualmente es el deseo de abandonar a toda prisa el lugar donde se produce la situación de peligro o amenaza: eso les ocurre a los soldados ante el miedo insuperable al enfrentamiento con el enemigo, o al capitán del Costa Concordia tras el naufragio; el pánico produce un deseo irrefrenable de huída.
El comportamiento de Petra László yo diría que se debe, más bien, a la interiorización de la ideología xenófoba de la cadena de noticias -la televisión N1, cercana al partido de extrema derecha Jobbik- para la que trabajaba y con la cual es fácil suponer que se identificaba. Ver a los refugiados penetrar corriendo en su país es probable que desatara su instinto de evitarlo por los medios que tenía en su mano, o, mejor dicho en su pie, creyendo que eran un peligro a evitar por todos los medios y no lo que en realidad eran: seres humanos desesperados tratando de huir.
Pero que no siga tratando de explicar lo inexplicable, sólo producirá más irritación en aquellos que la escuchen: parecerá que pretende reírse de ellos, de todos nosotros.
No hay comentarios :
Publicar un comentario