jueves, 3 de enero de 2013

Humillados y ofendidos

María Quintas apunta como remate a la denuncia del PSOE sobre la tama de corrupción organizada por el clan de los Baltar en Orense que "con el máximo respeto a los tiempo de la justicia, es escandaloso que no se haya actuado antes".
Demetrio Fernández, el obispo de Córdoba, opina que la "ideología de género destroza la familia" y que "Herodes sigue vivo" en esa ideología que intenta convencer a los jóvenes de "que hay otros tipos de familia"; "Dios quiere el bien del hombre, y por eso ha inventado la familia", añade. El señor obispo, en éste caso, ni siquiera pide respeto para sus opiniones, lo dá por supuesto; seguramente esté directamente  autorizado por Dios para propagarlas.
Nadie parece reclamar respeto para los perjudicados en ambos casos, que padecen situaciones impropias de un país avanzado y democrático. En el primero por soportar una situación conocida de siempre y más propia de organizaciones  mafiosas y en el otro por englobar a todos aquellos agnósticos, ateos, creyentes de otras religiones e incluso católicos que no opinan lo que el señor obispo respecto a la familia.
Consecuencia de esa evidente asimetría en el respeto debido, considero que yo no se lo debo a una justicia incapaz de conseguirla ni a una jerarquía religiosa con cuyos enunciados excluyentes no comulgo. Es decir, que a diferencia de los personajes de Dostoyevski, además de ofendido quisiera no resultar humillado y obligado a respetar a quien no me respeta.

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