La secretaria general de PP ha declarado en relación con el caso
Bárcenas que "estas cosas hay que demostrarlas, en España hay que
demostrar por una
parte la verdad y por otra parte las imputaciones. Pero esto de decir
algo y que quede en el aire o que quede por escrito y no se
demuestre...", vamos que no le parece bien eso de tirar la piedra y
esconder la mano.
Claro que ella misma no mostró la discreción que ahora aconseja cuando denunció en el verano de 2009 -desde aquél famoso chiringuito playero- escuchas telefónicas ilegales a miembros del PP por parte de las fuezas de seguridad del Estado, algo de lo que nunca se presentó la más mínima prueba.
En Junio de 2010 el PP rechazaba un plan de regularización fiscal que estudiaba el gobierno -y que finalmente nunca se aplicó- por impresentable, injusto y antisocial. María Dolores de Cospedal señalaba entonces la paradoja de que a los que pagan impuestos se les suban y a los que no, se les perdonen. Dos años después, bastaron seis meses en el gobierno para obviar lo paradójico y que esa medida fuera considerada por el PP no sólo presentable, sino hasta justa y social; fué exactamente lo que llevó a cabo -esta vez sí- el señor ministro de Hacienda bajo el nombre de "regularización fiscal especial": una vergonzante amnistía fiscal que premiaba a los defraudadores, además de castigar simultáneamente con una subida de impuestos a los que ya los pagaban.
En la aplicación de la ley del embudo, son expertos en el PP.
Claro que ella misma no mostró la discreción que ahora aconseja cuando denunció en el verano de 2009 -desde aquél famoso chiringuito playero- escuchas telefónicas ilegales a miembros del PP por parte de las fuezas de seguridad del Estado, algo de lo que nunca se presentó la más mínima prueba.
En Junio de 2010 el PP rechazaba un plan de regularización fiscal que estudiaba el gobierno -y que finalmente nunca se aplicó- por impresentable, injusto y antisocial. María Dolores de Cospedal señalaba entonces la paradoja de que a los que pagan impuestos se les suban y a los que no, se les perdonen. Dos años después, bastaron seis meses en el gobierno para obviar lo paradójico y que esa medida fuera considerada por el PP no sólo presentable, sino hasta justa y social; fué exactamente lo que llevó a cabo -esta vez sí- el señor ministro de Hacienda bajo el nombre de "regularización fiscal especial": una vergonzante amnistía fiscal que premiaba a los defraudadores, además de castigar simultáneamente con una subida de impuestos a los que ya los pagaban.
En la aplicación de la ley del embudo, son expertos en el PP.
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