sábado, 19 de enero de 2013

Insoportables mentiras

Parece que en los países anglosajones tiene mucho peso el baldón de la mentira; quiero decir que en ellos la opinión ciudadana soporta mal que una  figura pública mienta y que la única redención posible consiste en que ésta confiese -para empezar- sus errores. A esa conclusión ha debido llegar Lance Armstrong, además de informarnos de que -en su opinión- ganar siete Tours sin doparse es imposible. Ni uno, creo yo, si hacemos caso al resto de información que nos proporciona y que demostraría lo extendido del dopaje en el ciclismo de competición.
Aquí, por el contrario, llevamos, desde antes de que Armstrong hubiera comenzado a ganar Tours, sospechando de los turbios manejos financieros de las cúpulas de los partidos políticos y de su conexión con intereses privados, económicos y fácticos pero sin atrevernos a mirar debajo de la manta: supongo que admitíamos las múltiples imperfecciones de ésta democracia y dábamos por supuestas las trampas que tolerábamos sin mayores inconvenientes.
Pero ahora, cuando se recortan servicios públicos esenciales aduciendo falta de recursos, cuando muchos conciudadanos carecen de lo básico y constatamos mientras uno tras otro casos de corrupción política, esta tolerancia con la mentira descarada y la trampa en la vida pública debería resultar insoportable e inadmisible. ¿Cuando despertaremos?

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