Cuando numerosas voces -y no sólo desde la izquierda- en Europa cuestionan la doctrina imperante sobre la necesidad y exclusividad del equilibrio presupuestario como única forma de salir de ésta crisis que va camino de quedarse para siempre, el señor presidente del gobierno se reafirma en su creencia de que hace lo que debe, mostrándose en esto más papista que la mismísima papisa Merkel. El paro sube en éste país, y ya asciende a 5,6 millones de desempleados -elemental, dada la reciente legislación laboral- y cada previsión de evolución económica es más negativa que la anterior. El señor Rajoy, imperturbable, continúa con los recortes -con la tala, en palabras de Gaspar Llamazares- en los servicios públicos que afectan en primer lugar a los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad, mientras se reafirma -según la nueva semántica- en la justicia y equidad de las medidas impuestas.
Es lo bueno -y lo cómodo- de ser dogmático: sólo hay que seguir el manual, sin cuestionarse la realidad. Y sin considerar que los problemas no se acomodan a las soluciones propuestas.
Es lo bueno -y lo cómodo- de ser dogmático: sólo hay que seguir el manual, sin cuestionarse la realidad. Y sin considerar que los problemas no se acomodan a las soluciones propuestas.
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