martes, 10 de abril de 2012

Cuestión de plazos

Si alguien le dijera a un agricultor que debe aumentar su cosecha, pero sin agua, o a un ganadero que sus vacas deben engordar, pero sin pienso ni pasto, seguramente sólo obtendría de ambos una mirada de conmiseración adecuada a tan ignorante urbanita. Sin embargo, si se pide lo mismo en términos económicos -crecer pero recortando el gasto público y limitando la financiación-, parece que nadie señala tal imposibilidad, como si las leyes matemáticas y físicas no fueran universales y de aplicación general también fuera de su ámbito específico.
Se reconoce por parte del gobierno que las dolorosas -e injustas- medidas en que se basa su reforma laboral no surtirán efectos a corto e incluso medio plazo -de medio plazo en adelante tod
os calvos- pero aún así las adjetiva como "inevitables", perseverando en la tesis -ya doctrina oficial- que acelerar la consolidación financiera a cualquier precio restablecerá la “confianza” y por lo tanto generará automáticamente crecimiento. Y en los que menos efecto parecen surtir tales medidas, acompañados de otras no menos injustas, tales como la aministía fiscal, por ejemplo, es en los "mercados", que juzgan globalmente tales medidas como ineficaces a sus propósitos. Hoy, con con la prima de riesgo aumentando y con el paro siguiendo la misma tónica, el señor presidente del gobierno insiste en plantear más "medidas contundentes" -drásticos recortes en educación y sanidad- sin reflexionar en que cuanto mayor sea la "agresividad" de éstas y más reitere nuestra solvencia más denotará lo problemática que se presenta una salida racional a nuestra situación, como dando la razón al refrán que reza dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.
Y la felicidad prometida por el señor Rajoy a los españoles en la campaña electoral del PP, también para cuando la reforma laboral tenga efectos positivos.

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