viernes, 21 de octubre de 2011

Esperpento

Resulta más claro ahora que toda la inversión recaudada por Nueva Rumasa no tenía otro objeto que, pura y simplemente el pago de deudas previas: lo más parecido a una estafa. A principios de este año, cuando comenzó a desvelarse la precariedad de las finanzas del grupo empresarial, el patriarca del clan expuso como garantías ante los inversores -además de su palabra y el ofrecimiento de pegarse un tiro, metafóricamente, claro, se lo prohibe su religión-  la competencia y excelencia profesional de sus hijos, de alguno de los cuales incluso proporcionó a directivos del banco de Santander un informe psicológico como prueba. Ese mismo hijo ha declarado ahora en los juzgados, limitándose a decir que no sabía nada, que ellos -sus hermanos y él-  solo eran administradores de derecho y que se limitaban a ejecutar las directrices que les daba su progenitor, el verdadero administrador del grupo. Lo cual me ha generado -ahora- curiosidad por saber que diría el mencionado informe psicológico.  A la salida del tribunal, José María Ruiz-Mateos, vestido de civil y no de Supermán esta vez, dijo sentirse "orgulloso, feliz y satisfecho" de Nueva Rumasa. "Volvería a hacer el mismo trabajo", concluyó. Estoy convencido que para la representación de un esperpento empresarial tan extenso y concienzudo sólo se dan las condiciones -y los personajes- en este país.

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