En buena lógica un sistema en el que unos pocos ganan muchísimo y una gran mayoría lo pierde todo parece que sólo debería funcionar en los casinos, en los que todo aquél que entra sabe -o debería- a lo que se arriesga persiguiendo un premio improbable. Pero si algo nos ha enseñado la crisis actual es que el capitalismo -no ya salvaje, absoluto- nos está obligando a todos a jugar un juego en el que estamos obligados a perder de forma constante calidad de vida, y, en el tercer mundo, la vida misma. Hoy en El País, Gaspar Llamazares analiza el "modus operandi" mediante el cual se justifica el desmontaje de los servicios públicos y del sistema de pensiones de nuestro Estado del medioestar a base de calificarlos genéricamente de "inviables". Suponiendo que servicios públicos fueran deficitarios -que no es el caso en numerosas ocasiones- es que no creo que nunca se haya pretendido que los servicios públicos fueran un "negocio" para el Estado que sí parece ser lo que defienden aquellos que con reiteración alaban las bondades de la privatización como varita mágica para "mejorar" lo público, siempre y cuando ello signifique quedarse con todo aquello que rinda beneficios y hacer que el resto desaparezca . Y como primer mandamiento, servicios sólo para aquél "público" que pueda pagarlos.
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