En este post-traumático siglo XXI, lo paradójico resulta en muchas ocasiones ser la norma, como si se cumpliera la aseveración profética de Juan Larrea: "lo imposible se vuelve muy poco a poco inevitable", (obviando lo de muy poco a poco, en éstos tiempos). En lo tocante a la información, parecería que, en función de la cantidad de medios de comunicación de los que disponemos, deberíamos al menos estar excelentemente informados; nada más lejos de la realidad. Porque la realidad consiste en una mezcla de comunicados oficiales propios de un Ministerio de la Verdad orwelliano y de la más pura anarquía descategorizada que permite Internet, donde los bulos y las medias verdades -a menudo con mucho menos del 50% de verdad- crecen y se multiplican sin control. Y que la realidad es una mezcla de ambos extremos no es algo metafórico: ayer por ejemplo, ante la muerte de Osama Bin Laden, muchos medios de comunicación italianos, la RAI a la cabeza, dieron la noticia -que sostuvieron y repitieron durante bastante tiempo- de tal forma que el muerto resultaba ser el propio presidente Obama. Total, la diferencia era una letra.
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