Hay experiencias que no se pueden transmitir. Estoy convencido de que quien no haya tenido un hijo, asistido a la muerte de un familiar cercano, se haya visto obligado a emigrar de su país o recibido la noticia de que padece una enfermedad incurable, por poner algún ejemplo, no puede entender lo que piensa y siente alguien que pasa por esos trances, por mucho que se lo expliquen. Y mal se puede resolver lo que no se entiende. Es por ello que también creo quien tiene la responsabilidad de resolver el acuciante problema de cinco millones de personas en este país -y de uno de cada dos jóvenes menores de 25 años-, el paro, debería pasar por esa experiencia, para entender plenamente sus consecuencias, antes de de asumir tal responsabilidad. Es decir, si queremos afrontar el problema del paro con alguna garantía de éxito, deberíamos exigir que todos los políticos con responsabilidad de gobierno acreditaran dos años de permanencia en el paro -en las condiciones habituales que son de aplicación a un parado actualmente en este país- con carácter previo a su nombramiento para cualquier cargo. A ver si así.
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