lunes, 2 de marzo de 2009

Campañas electorales


"Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar". Manuel Azaña era proclive a este tipo de sentencias lapidarias, producto tanto de su genio vivo como de su reconocida inteligencia. Y él, en éste caso, sabía de lo que hablaba: vivíamos -y continuamos viviendo- en el país de los expertos múltiples, de los opinadores universales, de la tertulianidad como forma de vida deseada por casi todos. Lamentablemente, la gran inteligencia de don Manuel era, digamos que canónica, careciendo casi por completo de esa otra que últimamente se ha venido en denominar inteligencia emocional y que tan útil resulta para sobrevivir en el mundo real. Porque lo cierto es que a pocos españoles les seduce la idea de pensar -y menos en un gran silencio-, lo nuestro es hablar. Tampoco escuchar, que igualmente requiere pensar, aunque sea con ruido.
Y en eso consiste, esencialmente, una campaña electoral: los candidatos hablando -es igual lo que digan- hasta enronquecer y los ya convencidos asisitiendo para aplaudir, hacer coros y agitar banderas. Y luego, si todo ha ido bien para el candidato de turno, a mandar, que es lo que, de verdad, encandila a cualquier español, tenga o no capacidad y vocación política. Pensar que piensen los filósofos.

No hay comentarios :

Publicar un comentario