En términos médicos suelen diferenciarse las heridas limpias de las heridas sucias; las primeras son aquellas de las que se supone que presentan poco riesgo de infección bacteriana y las segundas como, por ejemplo, los abscesos, las heridas por arma de fuego o aquellas de las que se sospeche que están contaminadas, necesitan de un tratamiento especial que consiste en mantenerla abierta para poder limpiarla antes de cerrarla con seguridad.
En este país siempre ha habido quienes, primero como vencedores de nuestra guerra civil y más tarde como herederos de esos vencedores, han pretendido cerrar -antes de limpiarla- una herida sucia por el absurdo procedimiento de negar la existencia de esa herida; que un juez -al que su intento de hacer justicia en éste tema le costó su expulsión de la judicatura- documentara la existencia de más de 100.000 desaparecidos en el transcurso de nuestra guerra civil no sirvió sino para reafirmar el negacionismo de quienes afirman -como hizo el presidente del gobierno recientemente- que no es cierto que miles de españoles ignoren que fue de sus antepasados después de ser asesinados y de desaparecer malenterrados en cualquier cuneta o fosa común. Remató el señor Rajoy sus manifestaciones sobre ésta cuestión afirmando que no cree que el Gobierno que preside pueda hacer nada para arreglarlo. Es evidente que sin admitir previamente la existencia de esa ingente -al parecer, sólo Camboya bajo el régimen de Pol Pot nos supera- cantidad de desaparecidos durante nuestra guerra civil poco puede hacerse, y ya previamente había expresado el señor Rajoy sus dudas diciendo que no tenía claro que fuera cierto. Lo que sí parece claro es que con lo que el señor Rajoy no tiene claro se podrían llenar varias enciclopedias pero, en éste caso, tiene toda la apariencia de una manifestación interesadamente falsa y aún más cínica que aquella que hizo en su día negando la existencia del cambio climático basándose en lo que le había dicho -o lo que él entendió de lo que dijo que le había dicho- un primo suyo catedrático de Física. El negacionismo, se ha definido como el rechazo a aceptar una realidad empíricamente verificable y es, en esencia, una acto irracional que retiene la validación de una experiencia o evidencia histórica. Y habría que recordar al señor presidente del gobierno en funciones que el negacionismo del Holocausto, por ejemplo, es considerado como una ofensa criminal en muchos países europeos. Para arreglar, la impotencia de éste gobierno -y de los que vengan- al respecto, seguramente aquí también deberíamos comenzar por considerar un crimen la negación de la existencia de los desaparecidos en la guerra civil.
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