O sea, que ahora que parece que va a convertirse en realidad, el "banco malo" es una mala denominación, según el ministro de Economía, el señor de Guindos. No hay como retorcer el lenguaje para intentar hacernos creer que la realidad es otra de la que es. El colega del señor ministro de Economía, el ministro de Hacienda señor Montoro, también anunció que no subiría los impuestos si no que los "conponderaría", que me hizo buscar en el diccionario de la RAE lo que pudiera ser la tal conponderación pero sólo encontré ponderación, y como resulta que tanto puede significar el equilibrio como la exageración de algo, me mantuvo en la duda hasta que resultó claro que se estaba hablando de una subida de impuestos, como cabía sospechar.
Pero desde el PP y el gobierno actual, puestos a renombrar la realidad, la mayor perversión del lenguaje resulta ser la utilizada para argumentar que para salvar al paciente previamente hay que amputarle casi todo, dejándolo en la práctica como al soldado Johnny en la película de Dalton Trumbo "Johnny cogió su fusil" reducido a un torso y una cabeza sin rostro. Así, se nos asegura que para asegurar la pervivencia del Sistema Nacional de Salud, un modelo de equidad social, es necesario acabar justamente con esa equidad, expulsando de él a un millón de inmigrantes en situación irregular o haciendo que "repaguen" los medicamentos los que más los necesitan: jubilados y pensionistas. Que ya no sabemos si pueden ser humanos y pervivir ese torso sin corazón y esa cabeza sin cerebro.
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