Los directivos de las entidades financieras no podrán cobrar más de medio millón de euros anuales; esa cantidad es la misma que han de repartirse casi cien desempleados siempre y cuando, eso sí, tenga cada uno tres personas a su cargo. Sin llegar a aquello de que " a cada uno según su necesidad y de cada uno según su capacidad" que siendo puramente racional muchos suponen demagógico y de tufillo izquierdoso, es lo cierto que ninguna sociedad puede avanzar con desigualdades tan desquiciantes como las que estamos padeciendo. Por cierto, el mencionado límite salarial se refiere sólo a entidades que hayan recurrido -por diversos motivos, entre ellos, y como más frecuente, la mala gestión- a ayudas públicas, o sea, al dinero de todos; quiere esto decir que perfectamente lo puede estar cobrando un directivo que haya demostrado manifiestamente su incapacidad para el cargo que ocupa. Para el resto de los bancos no existe ninguna restricción, como tampoco existe para el dinero que un club de fútbol puede desembolsar por un fichaje estrella, habitualmente de millones de euros. Es fácil hacer la cuenta en este último caso traduciéndolo al número de personas desempleadas: doscientas (con tres persona más viviendo de su prestación por desempleo) por millón.
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