martes, 21 de agosto de 2012

Buenos y malos

Confieso no entender muy bien el beneficio de la creación de una sociedad gestora de activos tóxicos ni siquiera cuando se denomina -atendiendo seguramente a las cortas entendederas del ciudadano común- banco malo. Parece que la clave del invento reside en agrupar activos cuyo valor real es desconocido, pero muy probablemente es inferior en más de un 60% al declarado, fundamentalmente todos aquellos provenientes de la pinchada burbuja inmobiliaria. ¿Y cual es la ventaja de esa agrupación?. Sin ser muy malpensado yo sospecho que esa agrupación es una nueva aplicación del universal principio neoliberal de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, es decir, se sanea con dinero público -o sea, de todos- los bancos "malos" y por su parte, los bancos "buenos" pueden continuar obteniendo pingües benecificos privados con negocios que continúan siéndolo. Pero, si a pesar de mis prejuicios pre-neoliberales, se demostrara que la fórmula funciona, ¿por qué no aplicarlo a otros sectores o personas y separar, por ejemplo, a los políticos buenos de los malos, a los empresarios buenos de los malos, a los trabajadores buenos de los malos, a los periodistas buenos de los malos?; no habría más que mirar la etiqueta y utilizar ese maniqueísmo utilitario para separar a los buenos de los malos con un esfuerzo mínimo. Al menos tendríamos más claro quien es quien y sería mucho más fácil actuar en consecuencia.

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