jueves, 25 de agosto de 2011

Mártires



De dos personajes muy dispares he oído recientemente una exaltación del martirio: Muamar el Gadafi y Kiko Argüello. El primero, al plantearse a sí mismo el heroico dilema de victoria o muerte supongo que lo que pretende es transitar lo más suavemente posible desde su actual guardia pretoriana femenina a las huríes que le esperan en el más allá. El segundo, al proclamar el martirio como fase superior del catolicismo, supongo que ya se ve a sí mismo o a alguno de los 20.000 sacerdotes que dice que tiene el propósito de enviar a China como objeto de las más refinadas torturas comu-pitalistas por parte de hordas chinas, tema ideal para alguno de sus iconos pseudo-bizantinos. Ya Ambrose Bierce, en su Diccionario del Diablo, definía a un mártir como alguien que avanza hacia una muerte deseada siguiendo el camino de la menor repugnancia (reluctancia, dicen los anglosajones, que suena más fino). Pero, en fin, para mártires todos los que no deseamos morir tan pronto, imaginando cual será la siguiente tortura -china o no- a la que tengan a bien someternos los mercados.

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