Nos está pillando amodorrados en los calores veraniegos, supongo, pero el nivel de confrontación entre los dos principales partidos políticos de este país, tras un periodo en que pareció atemperarse, está alcanzando de nuevo niveles preocupantes. La gravísima acusación de la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, respecto a escuchas telefónicas ilegales a miembros de su partido por parte de -supuestamente- el gobierno del Estado, ha sido respaldada por Javier Arenas como vicesecretario del PP, quien ha dicho que "todo el partido piensa" -lo que les faltaba, en el PP, que el partido pensara y tuviera vida propia- que "se están utilizado todos los medios del Estado contra ellos, como no se había hecho en treinta años de democracia". Esperemos que el señor Rajoy -en contra de su natural tendencia a la inacción- se muestre y, en función de su galleguidad, temple gaitas, porque estamos corriendo riesgos añadidos a los derivados de una crisis de la que nadie asegura su fin, y no parece que dispongamos de una clase política tan sobrada como para afrontar problemas de dos en dos. Hay procesos de los que se sabe como y cuando comienzan, pero no como y cuando terminan.
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