No deja de resultar curioso cómo se parecen entre sí los regímenes totalitarios, sean del signo que sean, sobre todo en sus intentos de autojustificación. Intentos, las más de las veces, poco elaborados e incluso, francamente increíbles, pero que tienen detrás toda una maquinaria propagandística y ninguna alternativa en cuanto a la posibilidad de información plural y libre.
Así, los recientes juicios masivos a manifestantes detenidos en Irán, parecen calcados de los juicios de la Gran Purga en la Rusia soviética en los años 1936-38, en los que Stalin acusó a todo aquél que resultara un estorbo para sus fines -tenía efectos similares ser acusado de derechista o de trotskista- de conspirar con las naciones occidentales para asesinarlo y reimplantar el capitalismo en Rusia. Era evidente -para el que quisiera verlo- que todas las confesiones obtenidas en juicios a los que se dio publicidad masiva con los medios de la época eran, además de "poco espontáneas" -se utilizó habitualmente la tortura y todo tipo de chantajes- en muchas ocasiones, reconocimiento de hechos prácticamente imposibles. Estos modos y maneras parecen el precedente inspirador de los actuales juicios a manifestantes detenidos en Irán, en los cuales, ataviados con un peripatético pijama, los acusados confiesan todo tipo de maldades inducidas por las potencias extranjeras, siendo retransmitido todo ello puntualmente por la cadena de televisión oficial de Iran. Eso sí, en estos juicios no se permite la presencia de medios de comunicacion independientes ni extranjeros, ni tampoco de los abogados de los acusados, como ya ha denunciado Amnistía Internacional. Lo dicho, nada nuevo bajo el sol.
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