martes, 31 de julio de 2018

Santa amnesia

De nuevo el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, reitera su opinión, mediante una carta pastoral, sobre la memoria histórica que, a su parecer, sirve para dividir, para reabrir de nuevo heridas ya curadas, para confrontarse. Me limitaré sobre ésto a puntualizar que difícilmente se puede reabrir una herida ya curada -salvo inflingiendo otra en el mismo sitio- y que, precisamente, ese el motivo de que las heridas permanezcan sin cerrar: que no han sido curadas.
Para el obispo Cañizares, en la España actual -y en el mundo- todo es caos y apocalipsis: grupos enfrentados, naciones en lucha, confrontación de religiones, familias divididas, gentes exiliadas, descomposición, conflicto, desvertebración, división y desconcierto; y, ¿que alternativas presenta el pastor Cañizares en la carta a sus ovejas ante estas dramáticas circunstancias ? pues, para España,  que la Iglesia católica  colabore en la construcción de la casa común, trabajando por la superación de la disgregación, la división, el enfrentamiento, la descomposición, la destrucción, y ofrecer el norte que conduzca a la unidad, que siempre es luz, aurora esperanzada de nuevo y grande futuro. Y para ello, se deduce de los argumentos del señor obispo, nada mejor que una amnesia generalizada -y santa, naturalmente- que mantenga el rebaño prieto y manso a la vez. Estoy convencido de que el señor obispo hubiera firmado -de haber tenido ocasión- la carta pastoral conjunta del episcopado español en Julio de 1937.
Por otra parte, ocurre que en numerosos ámbitos y aspectos, la unidad casi nunca es luz ni aurora sino todo lo contrario, resulta ser reduccionismo dogmático y oscurantista; la ciencia -algo que el señor obispo debe ignorar de forma voluntaria y profunda- precisamente establece  todo lo contario, la diversidad es la base de la vida y la supervivencia en general y del proceso evolutivo del ser humano en particular; la Iglesia católica lleva veinte siglos procurando justamente lo contrario mediante la manipulación y retorcimiento del mensaje de solidaridad universal entre todos los seres humanos del cristianismo primitivo.

lunes, 30 de julio de 2018

República o monarquía

Según Edmond Goncourt -novelista que hoy es mayormente conocido porque donó su apellido y algún capital en su testamento para un premio de novela- la Estadística es la primera de las ciencias inexactas; no sé que puesto ocuparía en su ranking la Economía. En todo caso, estoy con el chino del proverbio: Conjeturar es barato; conjeturar erróneamente es caro; a falta de mejor herramienta, la Estadística es muy útil para conocer cualquier realidad que permita ser cuantificada, y eso es aplicable también a todas las ciencias sociales; en sentido contrario, podríamos afirmar que abstenerse de utilizar la estadística para conocer la realidad social implica eso exactamente: un deseo de desconocerla, lo cual parece ser el caso del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) -Organismo autónomo adscrito al Ministerio de la Presidencia del Gobierno- que desde año 2015 -casualmente, desde el conocimiento público del caso Noos- ha prescindido en sus encuestas periódicas de las preguntas que antes realizaba a la ciudadanía valorando la institución monárquica en éste país. Pero puede ocurrir que, como en el minirrelato de Monterroso, cuando el CIS despierte, el dinosaurio todavía esté allí, y no sólo eso, sino que haya aumentado de tamaño, haya dado un estirón.
Entretanto vuelve el CIS a considerar de interés saber la opinión de los españoles sobre esta monarquía, CTXT ha realizado esa labor, lo que nos permite conocer el tamaño real del dinosaurio: parece que ha crecido bastante. Interesante analizar en detalle las cifras de la encuesta y comprobar alguna que otra curiosidad: por ejemplo, que tras Cataluña (80,3%)  y el País Vasco (77,1%) como comunidades autónomas donde -previsiblemente- el porcentaje de encuestados  indicado preferiría una República, figura Navarra, con un 63,7%.
Y del CIS, sólo desear que incluya de nuevo las preguntas sobre éste apartado que yo creo que sí nos interesa a muchos conocer; ya se sabe: No hay peor ciego que el que no quiere ver; que no les ocurra lo que en El emigrante, otro microrrelato, éste de Luis Felipe Lomelí:

-¿Olvida usted algo?
-¡Ojalá!

martes, 24 de julio de 2018

La batalla por la derecha

Quizá sea muy exagerado decir que la clase media no existe y aún más exagerado decir que nunca exisitió y ya, puestos en plan provocador, que nunca fué ni clase ni posiblemente media. Continuando en este plan, yo supongo que la clase media fué un invento del gran capital y de los poderes fácticos como forma de neutralizar  -fundamentalmente tras la segunda guerra mundial- las ideologías que podrían oponerse a un capitalismo total al ser capaces de proponer alternativas políticas radicalmente distintas; ahora que esas alternativas se han diluído en una inanidad perpleja -hasta en Cuba han renunciado formalmente al comunismo y lo de China a mí me suena, realmente, a chino- el capitalismo considera inútil mantener los signos y la apariencia de una supuesta clase media, todo vuelve a ser como debe -desde el punto de vista capitalista- y finalmente sólo habrá ricos (poquísimos), lacayos de los ricos (los que los ricos creen necesarios para su propia seguridad y supervivencia) y pobres (ya sean trabajadores o quienes aspiran a poder serlo; el motor sin inteligencia que mueve todo el mecanismo social y crea riqueza para los ricos): en ese escenario sobra esa mayoría silenciosa cuya motivación fundamental era alcanzar unas metas -siempre limitadas- de bienestar material: la clase media -que posiblemente nunca existió- pronto dejará -aún supuestamente- de existir.
Es por ello que, aunque los partidos siguen creyendo -o haciéndonos creer que creen- que el poder político se alcanza democráticamente controlando el centro, la clase media, la realidad es que su objetivo principal no es ese, por dos motivos: el primero es el proceso ya mencionado -pero de ritmo no uniforme- de extinción, incluso como concepto, de esa clase media y el segundo es que la tendencia natural de la mayoría de la población (en que podría incluírse ese centro/clase media, pero también los doblemente pobres, debido a su ignorancia) es seguir a a los vencedores, a los que mandan, a los que siempre han mandado.
Un ejemplo lo tenemos en los dos partidos actualmente clasificados como de centro-derecha en España, PP y Ciudadanos: para ambos la batalla está realmente en la derecha y en apropiarse de sus abundantes símbolos o memes (himnos, patria, rey, dios, banderas, vida (de los nonatos, principalmente), españoles mucho españoles, etc.); ambos suponen que la mayoría les seguirá una vez ganada la batalla.
Y el tercer partido integrante del grupo de partidos lacayos (ellos se autodenominan constitucionalistas) procurando mantener su puesto como presunto árbitro moderador de la batalla y presunto mantenedor de esa ficción de una clase media de izquierdas, la misma que dicen que posibilitó la Transición, esa  Restauración 2.0.

sábado, 21 de julio de 2018

La política y los políticos

O sea, que el señor Rajoy, tras continuar ignorando la corrupción sistémica que ha afectado, afecta y afectará al PP, nos continúa vendiendo -desde ese más allá donde actualmente se encuentra- la excelente gestión de su Ejecutivo en el asunto catalán: Hoy todo el mundo sabe que el 155 existe y cómo se aplica; así, como si fuera una loción capilar (lo mismo ha intentado frotarse el 155 en el cartón, por ver si produce algún efecto).
Y, como despedida de su discurso, el señor Rajoy ha tenido a bien endosar a los oyentes un encendido elogio de la política como tarea noble e imprescindible (cierto) pero también de su concrección intermediaria, los políticos (lo cual, desde mucho antes de la definición de Bierce es bastante menos cierto). He tenido el honor de ser político, y a mucha honra, ha afirmado con un puntito de emoción indignada; pese a los remilgados que fruncen la nariz cuando se les habla de los políticos y a que las series de culto describen la política de manera deformada, asegura haber pasado los mejores años de su vida en política. Vamos a ver, señor M. Rajoy, la honra no está en la profesión o actividad social de las personas, sino en las propias personas y en lo laxo o estricto de su ética e integridad personal; que haya tanto remilgado en éste país no se debe a que seamos especialmente delicados de nariz, sino a que el olor a corrupción es especialmente intenso en ciertos partidos políticos mayoritarios y, finalmente, las series de culto no hacen más que reflejar e inspirarse en la realidad (a la que, seguramente, sólo se acercan de lejos); ya no quedan mensajeros por matar. Y no son sólo los mejores años de su vida los que ha pasado en política, sino prácticamente la totalidad de ella viviendo a su costa (al menos desde cuando el PP todavía era AP); que, seguramente por ésto, se ha sentido autorizado a recomendar enfáticamente: Vivid con orgullo el quehacer de la política. No le faltan miserias, pero tampoco grandezas;  efectivamente, una vez más la aplicación de la universal Ley del Embudo, las primeras a cargo y acarreo de la ciudadanía, las segundas engrosando la cuenta de algún grande en algún paraíso fiscal. He dado todo lo que he podido pero eso no vale nada comparado con lo mucho que he recibido por vuestra parte. Creo que en esta parte muchos españoles nos podríamos apuntar, no sólo los militantes del PP.
También tuvo el señor Rajoy algún detalle de humor para rebajar la intensidad emocional de su discurso, como cuando se refirió a la recuperción económica que a él le debemos o a los puestos de trabajo creados por el PP. Humor un poco negro, eso sí.

viernes, 20 de julio de 2018

Fundaciones y refundaciones

El expresidente Aznar, al que la dura porcelana del jarrón chino que es hace tiempo le resulta evidentemente tan insufrible como un exoesqueleto que no le permite que sus estadismos broten con fluidez -se le nota incómodo al hablar, con el labio superior tan rígido como el de un ventrílocuo cuando habla el muñeco- últimamente reclama de los dos candidatos finales a la presidencia del PP, Soraya Sáez de Santamaría y Pablo Casado, una refundación del propio Partido Popular.
Yo, que no he entendido nunca muy bien ésto de las refundaciones de los partidos políticos ni cuales son sus ventajas teóricas -salvo confundir por algún tiempo a posibles adversarios de igual manera que un pulpo confunde con sus cambios de aspecto a sus posibles depredadores durante un tiempo-  he decidido consultar a la que todavía es autoridad en nuestro idioma, el diccionario de la RAE, por ver si sus respuestas oraculares me daban alguna pista; encontré ésto:
refundar  
1. tr. Volver a fundar algo. Refundar una ciudad. 
2. tr. Revisar la marcha de una entidad o institución, para hacerla volver a sus principios originales o para adaptar estos a los nuevos tiempos.
que tampoco es que se hayan quedado calvos -por su trabajo con esta palabra, al menos- en la RAE; la primera acepción parece obvia y de la segunda sólo he deducido que refundar puede ser algo....o lo contrario, es decir,  refundar puede significar volver al pasado o acelerar la llegada del futuro; o sea, que no me aclara si Aznar pretendería volver a las esencias neoliberales o bien un paso transformador -de siglas, al menos- como cuando AP se convirtió en el PP (me queda algo más claro, tratándose de principios, si recuerdo la famosa frase de Groucho Marx: Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros).(*)
Más claro tenía y creo que tengo lo que son las fundaciones, aunque aquí la RAE sí contribuye a clarificármelo totalmente: Persona jurídica dedicada a la beneficencia, ciencia, enseñanza o piedad, que continúa y cumple la voluntad de quien la erige. De la Fundación Francisco Franco sabemos, por ejemplo, que se dedica a la ciencia, ya que goza de personalidad jurídica como institución cultural, sin que su actividad u objetivos sean de adscripción política o partidista en modo alguno; pura cultura y enseñanza. Y de FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) sabemos que es una fundación privada sin ánimo del lucro que trabaja en el ámbito de las ideas, que preside José María Aznar y que su objetivo es nutrir el pensamiento del centro liberal reformista con propuestas políticas que influyen en la toma de decisiones y repercuten en la opinión pública (o sea que FAES se centra más en la beneficencia y en la piedad).
Y, como por casualidad, creo que finalmente me he enterado: lo que Aznar pretende es que la refundación del PP se inspire de la Fundación FAES. Como ya tienen experiencia en fundaciones, refundar no debería suponer ninguna dificultad (en cuanto diluciden lo que es el centro liberal reformista, que parece que hay opiniones y variantes).
Para el nuevo nombre del partido -suele ser imprescindible este cambio, a veces es lo único que cambia-  sugiero los de  Partido Poderoso (no que puede como Podemos, sino que tiene poderío P.L.G.d.D), ó Partido Partido (como el café-café, el partido de verdad, sugiriendo casi el Partido Unico y Verdadero). Todos ellos permitirían mantener las siglas PP; hay que ahorrar (o parecer austero, al menos).
Lo que son el idioma, las palabras, la semántica...sí, nos hemos entretenido un rato con ello.
___________________________________________
(*)...aclarado, parece que se trata de volver.