martes, 2 de marzo de 2010

Completando el círculo

Ha sido rápido. El presidente del Gobierno nos aseguraba no hace mucho que, una vez sobrepasado el PIB de Italia, teníamos como referente y meta el de Francia. La crisis, según esos supuestos aquí no llegaba, la burbuja  inmobiliaria crecía sin tasa. Nos llegó por fin la onda de la crisis y todo, repentinamente, dejó de ser lo que era: el sector inmobiliario, sobresaturado, se quebró, el paro inmediatamente aumentó, el consumo, en consecuencia, se resintió, los bancos, aunque al parecer seguían siendo solventes, no prestaban dinero por falta de seguridad en su retorno. Acabó, en fin, un ciclo económico a nivel general que aquí había concurrido con un modelo basado intensamente en la especulación y en el "pelotazo". Todo el mundo -literalmente- se golpeaba el pecho diciendo que era urgente restablecer medidas de control en la economía y cambios de mentalidad en el esquema capitalista. En esos hipotéticos aires de refundación económica, el Gobierno propuso incluso un nuevo modelo con la moderna y políticamente correcta denominación de economía sostenible. Pero el paro y el déficit público continuaron aumentando y los parches circunstanciales se mostraron insuficientes. Hoy, sólo algunos futurólogos económicos continúan vislumbrando brotes y asegurando que son verdes. La vicepresidenta económica, como forma de paliar de forma urgente los números rojos del Estado, nos anuncia la vuelta a lo que, finalmente y a pesar de todo, parece que mejor nos iba: el ladrillo. Creo que se atribuye a Pinochet una anécdota en la que manifestaba que bajo su mandato, Chile había dado un giro radical, una vuelta de 360 grados. Siempre hay un precedente para todo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Dudas pesimistas

Desde luego, en épocas de crisis son muy útiles los optimistas genéticos, esos que, según Winston Churchill, ven una oportunidad en cada dificultad, en contra de los pesimistas que ven una dificultad en cada oportunidad. Así pues, en principio, nada que objetar a ese foro, congregación, agrupación -o lo que sea- denominado "estosololoarreglamosentretodos.org". Pero mis dudas comienzan pronto, al visitar su página web, en cuyo inicio -"quienes somos"- puedo leer: Somos gente como tú, y pensamos lo mismo que tú piensas. Y lo que hacemos es lo que tú hubieras hecho en nuestro lugar. A mí, la verdad, me parece extraño que los promotores de esta iniciativa sean y piensen lo mismo que yo, cuando, sumido en un dilema entre las causas de algunos de los numerosos factores que han generado esta crisis, y la constatación de que otros permanecen tal cual, como antes de la crisis, pese a la evidencia de su perjuicio, en realidad yo no hubiera sabido que hacer, si hubiera tenido la posibilidad de hacer algo trascendente. También veo dificilmente aplicables estos mantras positivos simultánea e indiscriminadamente a todos, ya sean parados de la construcción o consejeros de empresas del Ibex, por poner dos ejemplos. De hecho, en la lista de promotores, entre los que figuran publicistas, creativos, deportistas, empresarios, planificadores, periodistas y un largo etcétera de profesiones "liberales" -en referencia directa a la forma en que se fijan sus honorarios- no he visto el nombre de ningún albañil -¿se llaman así todavía?- electricista o fontanero. Y tengo más dudas, también, sobre los posibles intereses de quienes financian la iniciativa. En fin, que como no tengo las habilidades que me podrían conducir a escribir un libro sobre las diez maneras de superar la crisis, concluyo que debo ser de la segunda categoría winstoniana, o sea,de los que ven dificultades en las oportunidades. O de los que cree que, de existir tales oportunidades, dudan de que lo sean para todos, mientras no se aborden otros aspectos esenciales. Y seguro que, esos sí, todos los tenemos en mente. Para salir de ésta, me parece que nos va a hacer falta algo más que un plan de marketing.

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II - Nosésiestotienearreglo

Desde mi sincera admiración por Juan José Millás, discrepo de sus razones para justificar la conveniencia de la campaña estosololoarreglamosentretodos.org, tal y como leo en su artículo Nuevos bandos. Efectivamente, en este país somos propensos al sectarismo y, generalmente, sin siquiera ser conscientes de ello. Desde su postura admitidamente voluntarista, buenista o ingenua, Juan José Millás crea, enfrente del suyo, el bando de los cenizos, en el que, por desconfianza instintiva hacia la campaña, me he encontrado ubicado. Sin ánimo de guillotinar o agarrotar a ningún optimista compulsivo y suponiéndoles a todos ellos buena intención, tengo, no obstante, que exponer los motivos en los que se funda mi desconfianza. En primer lugar, la financiación de la camapaña por parte de bancos y entidades comerciales -que pueden pecar de cualquier cosa menos de ingenuos- me hace pensar que se trata de una forma no disimulada de promover el consumo, retraído ante la crisis. Quiero decir que de lo que parece tratarse no es de arreglar esto entre todos, si no de que ellos -los bancos y entidades comerciales- se arreglen lo suyo. Y aquí si parece que ya había dos bandos previamente establecidos, no sé si enfrentados. En segundo lugar, al visitar la página web de la campaña pude leer: Somos gente como tú, y pensamos lo mismo que tú piensas. Y lo que hacemos es lo que tú hubieras hecho en nuestro lugar, que, al pronto, me dejó sobrecogido ante tal identificación con mis ideas y sentimientos. Hasta que me enteré que el creador de la página era  un profesional del marketing. Los profesionales del marketing, por necesidad, empatizan con todo el mundo y no dudo que este mismo profesional -bien pagado- no pudiera hacernos a los cenizos una excelente campaña. De hecho, y sin patrocinadores, ya hay quien se ha animado a ello en estosololoarreglamossinellos.org. Podría tambien hablar de la Fundación Confianza -supuesto think tank de la campaña estosololoarreglamosentretodos.org- y de los ilustres elefantes que la integran -ninguno de ellos tiene, seguramente, ningún problema urgente que arreglar- pero sería alargarme y reducir las escasas posibilidades de que esta carta sea publicada.


jueves, 11 de febrero de 2010

Aptitud y actitud

Parece que existe unanimidad -sindicatos, empresarios y gobierno- en considerar la competitividad un valor esencial para el logro de una economía sólida, en general, y para la superación de la crisis que sufrimos actualmente, en particular. Y supongo que seguiríamos estando de acuerdo en considerar la formación como una de los pilares de la deseada competitividad. Es decir, la aptitud de los trabajadores es un factor necesario para garantizarla. Necesario, pero no suficiente, pues a menudo se ignora -o se quiere ignorar- la necesidad de otro factor: la actitud, con c. Quiero decir, que ahora que el poder económico pretende -desde diversos frentes- imponer el abaratamiento de los salarios como condición para salir del atolladero en que nos encontramos, hay que explicar que ese abaratamiento de la mano de obra incide directamente -y negativamente- en la pretendida competitividad. ¿Que grado de implicación, de motivación, de actitud, en definitiva, puede esperarse de una persona con formación universitaria que al acceder al mercado laboral obtiene un salario mensual de 500 euros como becario para  -después de algunos años, y con suerte- saltar de contrato en contrato, sin continuidad ni perspectivas de futuro? ¿Que interés por la calidad del servicio de su empresa puede esperarse de una persona contratada para atender un centro de recepción de llamadas telefónicas, conociendo sus condiciones laborales? ¿Que deseo de mejora constante puede albergar una parado de larga duración, mayor de cincuenta años, cuando se ve obligado a aceptar, por necesidad, trabajos alejados de sus capacidades? ¿Que cestos esperamos obtener con tan baratos mimbres?
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martes, 26 de enero de 2010

Cuestión de imagen

Al parecer, en la sección El defensor del lector de El País se han recibido quejas sobre lo crudo y descarnado de ciertas imágenes publicadas en ese medio y referentes a la reciente catástrofe en Haití. Desde esa misma sección se intenta justificar la agresividad de las imágenes aduciendo que "cuando una tragedia afecta a un país pobre, la intensidad de la respuesta humanitaria es directamente proporcional a la cobertura mediática". Pudiera ser. Pero entonces ¿cuales hubieran sido las imágenes adecuadas para mostrar la catástrofe humanitaria en Haití previa al terremoto? ¿Quizá el derribo de cientos de infraviviendas en el suburbio Cité Soleil, en Puerto Príncipe, para ampliar la base militar de la ONU (MINUSTAH)? ¿Haitianos comiendo esas galletas hechas de barro que muchos de ellos -la renta media es aproximadamente un euro al día- utilizan para quitarse el hambre? Reconozco que estas últimas no serían tan impactantes como un polvoriento haitiano surgiendo de los escombros, así es que, sin remedio, y mucho antes de una mínima recuperación de su país, lo único que les quedará a los haitianos será volver a su habitual miseria -ahora recrudecida- en cuanto los fotógrafos occidentales se vayan a documentar otra catástrofe. ¿Darfur, quizá?. Con dos o tres catástrofes tan fotogénicas como la de Haití los occidentales habremos lavado nuestra conciencia este año, e incluso puede que logremos olvidarnos de nuestra crisis.

lunes, 11 de enero de 2010

Virus inteligente

Desde el inicio de la expansión de una nueva cepa del virus de la gripe -finalmente denominada  H1N1- y en relación con la medidas adoptadas por las autoridades sanitarias, hemos podido conocer en los últimos meses opiniones de profesionales sanitarios tanto a favor como en contra de las mismas, las últimas basadas casi siempre en un argumento central: la manipulación informativa de la incidencia real de la pandemia bajo la sospecha de favorecer a los intereses económicos de las multinacionales farmaceúticas. La ministra de Sanidad y Políticas Sociales en una entrevista en El País el pasado 3 de Enero, defiende la proporcionalidad de las medidas coordinadas por su Ministerio, pero, en su propósito de justificar su gestión va un paso más allá, afirmando que "de hecho, el comportamiento del virus y su reacción han sido leves porque teníamos todo previsto para actuar". Esto es nuevo. Si lo he entendido bien, parece que nos encontramos ante un "virus inteligente" que, a la vista de nuestra preparación y millones de dosis de vacuna preparados en su contra, se ha "acongojado" y ha variado su estrategia decidiendo posponer su ataque -el virulento, propiamente dicho-  a la espera de que las vacunas caduquen y poder pillarnos desprevenidos. A todos menos -naturalmente- a las industrias farmaceúticas que, demostrando ser más listas que el virus, seguro que renovarán su negocio ante la menor sospecha de pandemia rediviva.