Al parecer, en la sección El defensor del lector de El País se han recibido quejas sobre lo crudo y descarnado de ciertas imágenes publicadas en ese medio y referentes a la reciente catástrofe en Haití. Desde esa misma sección se intenta justificar la agresividad de las imágenes aduciendo que "cuando una tragedia afecta a un país pobre, la intensidad de la respuesta humanitaria es directamente proporcional a la cobertura mediática". Pudiera ser. Pero entonces ¿cuales hubieran sido las imágenes adecuadas para mostrar la catástrofe humanitaria en Haití previa al terremoto? ¿Quizá el derribo de cientos de infraviviendas en el suburbio Cité Soleil, en Puerto Príncipe, para ampliar la base militar de la ONU (MINUSTAH)? ¿Haitianos comiendo esas galletas hechas de barro que muchos de ellos -la renta media es aproximadamente un euro al día- utilizan para quitarse el hambre? Reconozco que estas últimas no serían tan impactantes como un polvoriento haitiano surgiendo de los escombros, así es que, sin remedio, y mucho antes de una mínima recuperación de su país, lo único que les quedará a los haitianos será volver a su habitual miseria -ahora recrudecida- en cuanto los fotógrafos occidentales se vayan a documentar otra catástrofe. ¿Darfur, quizá?. Con dos o tres catástrofes tan fotogénicas como la de Haití los occidentales habremos lavado nuestra conciencia este año, e incluso puede que logremos olvidarnos de nuestra crisis.
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