jueves, 31 de agosto de 2023

Alberto Núñez de Schrödinger

Es conocida la facultad arrogada por una de las patas del bipartidismo -el PP- cual es la de considerar que le está permitido como partido lo que a otros niega con impertérrita seguridad: una versión nada elaborada de la Ley del Embudo.

Podíamos buscar los orígenes de esta inveterada práctica en el reconocimiento por parte de Aznar del Movimiento de Liberación Nacional Vasco  -muchos descubrimos en ese momento su existencia, más allá de ETA- cuando todos hemos comprobado a diario -antes, entonces y hasta ahora- que uno de los argumentos predilectos del PP es su supuesta vocación anti-independentista; incluso ahora, cuando ETA ya no existe, mantienen viva su memoria mediante la demonización de EH-Bildu como partido heredero de ETA. Es sólo una referencia -existen muchas más- y nos podríamos remontar enumerándolas hasta AP y su fundador, Manual Fraga.

Pues bien, quien ha llevado hasta  extremos casi -en el PP la peora continua es una seña de identidad- insuperables esta facultad es el actual presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo; veamos:

Desde la formación del gobierno de coalición -y antes- se ha estado desde el PP intentando deslegitimar un gobierno para el que el apellido más suave ha sido Frankenstein, refiriéndose a él constantemente como producto del sanchismo (que, a día de hoy, sigo sin saber en qué consiste). Pues bien, al propio Pedro Sánchez -suponemos que líder del sanchismo- es al que Feijóo ha ido a proponer un plan para que le deje gobernar a él -y al PP- durante dos años ¿porqué dos años?; yo había supuesto que estaba proponiendo un descarado turnismo suprademocrático al que seguirían otros dos años de gobierno del PSOE. Pero no, parece que la propuesta se basa en dos años de descompresión sanchista previendo el peligro de embolia política que supondría para España la continuación de hipotéticos gobiernos de coalición con formaciones separatistas. Aunque ya sabemos que, para el PP, España y los españoles son cosas fundamentalmente  distintas y por ello, seguramente, los que sufriríamos una embolia en pensiones y servicios públicos seríamos nosotros, la mayoría de la población de esta país.

Y, ahora lo mejor: Feijóo ha apelado precisamente a esas mismas formaciones separatistas (PNV, ERC o el más que separatista Junts de Puigdemont; con EH Bildu no se ha atrevido para poder mantener a ETA en su argumentario), para que le den su voto y poder ganar una investidura para lo cual no tiene la necesaria mayoría en el Congreso de los Diputados. Y para lo que no le sirve de nada haber ganado la elecciones, lo que según él, por costumbre, debería garantizarle presidir el gobierno, aunque la Constitución diga claramente que el proceso a seguir es otro.

Es decir, por resumir, los separatistas son según el PP muy perniciosos  para la sacrosanta unidad de España (fuera de la caja), pero sus votos le vendrían que ni pintados para poder combatir desde el gobierno a esos mismos separatistas a los que ahora pide el voto (dentro de la caja). La caja es en la que está -y no está- el gato de Schrödinger. El PP y su propio gato paradójico; parece increíble que a Feijóo, al que ni la aritmética básica -ni muchas otras cosas- se le dan especialmente bien, haya asimilado sin problemas esta paradoja cuando muchos físicos confiesan que les cuesta entenderla. Aunque si no nos queremos complicar la vida, realmente no hace falta recurrir a la física cuántica: todo es suficientemente comprensible recurriendo sólo a la menciona Ley del Embudo, de universal conocimiento.

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