...mi tío Faustino |
En la guerras -en las civiles especialmente- se producen casos que muestran claramente el desastre personal y familiar que conllevan; un ejemplo: mi tía Julia (hermana de mi padre) casada con mi tío Faustino (anteriormente a ese matrimonio también tío de mi madre) -una de las mencionadas cabezas de puente en la migración a la ciudad- salió de Madrid con destino a Montejo con sus hijos de entonces, Tinito (Faustinito) y Tere (Teresa), donde vivían sus padres y la mayoría de sus hermanos, salvo el mayor, Fulgencio, que también se había instalado en Madrid; salió de la capital unos días antes del 18 de Julio de 1.936 (creo que el día anterior, y no por aumentar el dramatismo) y lo que iban a ser unas vacaciones de un mes se convirtieron en una estancia obligada de varios años. Mi tío Faustino, de convicciones izquierdistas, entretanto e ignoro cómo, acabó combatiendo en apoyo de la legalidad republicana en el frente del Norte, en Santander, y creo que pudo ser evacuado a Francia cuando las fuerzas franquistas lo ocuparon; por lo que sé, mi abuelo Román -padre de mi tía Julia y mi abuelo paterno- nunca perdonó a mi tío Faustino que no se reuniera con su familia, teniendo la posibilidad de hacerlo, hasta después de la guerra, y eso gracias a que mi tía Julia era parte del servicio de un general franquista que hizo las gestiones necesarias para repatriarlo de Francia; todavía puedo recordar -casi treinta años después de esas peripecias- su sonrisa socarrona con un toque de tristeza, bajo su permanente boina; creo que era el chófer del mencionado general. Y tuvo más suerte que otro tío mío también Melquíades de nombre -en realidad tío de mi madre y tío-abuelo mío- que gracias a sus innatas capacidades mecánicas y organizativas -ignoro que formación académica tenía y pudo aportar- fue nombrado Teniente de tren por la República en 1.938; y digo que éste tuvo menos suerte porque acabó internado en el infame campo de concentración de Argelès-sur-Mer y recuerdo cómo relataba vívidamente su diaria recreación imaginaria consistente de romper con una patata frita la yema del correspondiente huevo frito -con ajos- mientras comía la bazofia en que consistía el alimento de los internados en el campo. Cuando pudo volver a España ejerció cargos de responsabilidad en los talleres de la empresa Trimak, de motocarros de carga. Por breve tiempo pudo percibir su pensión como ex-militar de la República.
Para otro día explicar -es sencillo y, a la vez, complicado- el hecho de que cuñados, tíos y primos de mi madre fueran también tíos y primos míos; aunque quien haya leído atentamente creo que se habrá quedado con la clave.
Para todos ellos y en su memoria este breve recuerdo, poco más que el de sus nombres.
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