viernes, 23 de junio de 2023

Dentolín

Nueve de cada diez dentistas recomiendan Dentolín (espero que no exista realmente esa marca: me lo acabo de inventar (*)); estamos acostumbrados a ese mensaje y por más que la mayoría sospechemos que tiene más trampas que una película de chinos (de chino de los de antes, luego se verá porqué), el mensaje debe ser tan eficaz propagandísticamente que lleva instalado décadas; tan eficaz es, que creo que nueve de cada diez personas estaría dispuesta a cambiar las acelgas por el brécol (o viceversa) si un dentista lo recomendara. A lo que voy: nueve de cada diez supone una mayoría tan cualificada que más que absoluta casi podríamos calificarla de universal como ya hizo un ministro del PP con números mucho menos rotundos.

Ahora vamos con el reto mediático que, en esta ocasión, se trata de que con esos mismos número deduzcamos todo lo contrario; reproduzco el titular y la entradilla de una noticia de economía de un diario de tirada nacional

Se desploma la confianza de las empresas europeas en China: una de cada 10 apunta a fijar su sede en el Sudeste Asiático.

Por primera vez desde 2016, menos de la mitad de las empresas encuestadas tienen planes de expandir sus inversiones este año en China, según la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China. 

Vamos a fijarnos en las claves que nos permiten averiguar lo que se espera que deduzcamos de unas cifras en principio nada facilitadoras; comenzamos con el verbo desplomar:  que se prevea (apunte) que una de cada diez empresas no se plantee radicarse en China sino fuera de ésta (aunque cerca) se considera un desplome; ¿no correspondería el verbo desplome a que las previsiones fueran que nueve de cada diez empresas NO fijaran su sede en China?, porque yo deduzco de lo leído que nueve de cada diez empresas SÍ apunta a fijar su sede en China,¿no es así? Y de aquí a la entradilla: menos la mitad de las empresas van a expandir -o sea, van a aumentar- sus inversiones ¿el resto las mantiene, las disminuye, las anula?. A saber.

Pero vamos, que nos podemos ahorrar la lectura completa  de la noticia, una vez conocido que la confianza empresarial -en su conjunto- se desploma hacia China (muchas personas no pasan de los titulares) y eso justo con los mismos números con los que los dentistas nos llevan al huerto hace décadas para todo lo contrario (dando la razón a los números, como es lógico). Para que nos demos cuenta de que el algodón también engaña. Y los inescrutables chinos (no sólo los de las películas mencionadas), más.

El viejo mundo se muere. El nuevo tarde en aparecer. Y en ese claroscuro surgen monstruos, es frase de Gramsci. Espero morir antes  que este viejo mundo aunque no sé si su agonía ya ha comenzado: hemos comenzado a vislumbrar monstruos por doquier. Por más que no tengo muchas dudas sobre como será el mundo nuevo, si es que la humanidad llega a él.

Había pensado titular esta entrada Como convertirse en matemático orwelliano, pero quedaba largo y como algo pijo y elitista.
 
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(*)...¡vaya!, pues si que existía...los publicistas lo tienen todo copado

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