Cuando China herede el mundo (lo que quede) y recupere la hegemonía mundial que parece estarle reservada, espero que sea lo suficientemente inteligente para seguir una senda estratégica inspirada en Zhu Di y no en el imperialismo impuesto, depredador y prepotente de las potencias occidentales, vigente -generalmente en sus formas más crudas- hasta el día de hoy. Y del cual es víctima incluso gran parte de la población perteneciente a esas mismas potencias occidentales.
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(*) Extractos condensados de la interesante obra de Gavin Menzies 1421: El año en que China descubrió el mundo:
Además de los barcos de guerra y de la flota mercante que había heredado, el emperador Zhu Di encargó mil seiscientos ochenta y un nuevos barcos, entre ellos numerosos bǎochuán (barcos del tesoro), gigantescas naves (el timón de uno de esos barcos era casi del tamaño del casco de una carabela española de la época) de nueve mástiles así denominadas debido al enorme valor y cantidad de bienes que podían transportar en sus inmensas bodegas. Para fabricarlos, se puso a trabajar a decenas de miles de carpinteros, veleros y constructores de las provincias meridionales de los alrededores de los astilleros. Además de doscientos cincuenta barcos del tesoro, la flota contenía más de tres mil quinientas naves de otros tipos. Había mil trescientos cincuenta barcos patrulleros y el mismo número de naves de combate anclados en puestos de vigilancia o en bases insulares; cuatrocientos barcos de guerra de mayor tamaño y otros tantos cargueros destinados al transporte de cereales, agua y caballos para la flota.
La Flota del Tesoro ó Xiafan Guangjun (Armada Expedicionaria Extranjera), que partió de China el 5 de Marzo de 1421, la componían más de 300 buques de guerra, mercantes -de ellos más de 60 Barcos del Tesoro - y otros buques auxiliares. En esa flota viajaban unos 28.000 hombres entre marineros, soldados, artesanos y otros oficios diversos. En Octubre de 1423 regresaron a China los últimos restos desbaratados de esa flota. Los hombres de Zheng He no tenían ni idea de los dramáticos acontecimientos que se habían desarrollado en su tierra, y probablemente esperaban que se les recibiera como a héroes. Sus viajes habían constituido un notable éxito. Habían llegado a innumerables tierras desconocidas y habían ampliado inmensurablemente sus conocimientos sobre navegación; pero en lugar de aclamaciones, a su regreso los almirantes se encontraron con el rechazo de quienes por entonces gobernaban China. El hijo y sucesor de Zhu Di, Zhu Zhanji, publicó un edicto el mismo dia de su acceso al trono, en 1424, ordenando: Se deben interrumpir todos los viajes de los barcos del tesoro. Se ordena que todos los barcos amarrados en Taicang regresen a Nankín, y que todos los bienes que contienen sean entregados en el Departamento de Asuntos Internos y almacenados. Si hay enviados extranjeros que desean regresar a su patria, se les proporcionará una pequeña escolta. Se ordena a los funcionarios que actualmente se encuentren en viaje de negocios por el extranjero que regresen de inmediato a la capital... tras la muerte de Zheng He, en 1435, la política oficial de China se tradujo en una completa xenofobia. Todos los viajes de las flotas del tesoro se interrumpieron, y el primero de toda una serie de edictos imperiales prohibió el comercio exterior y los viajes al extranjero. Cualquier mercader que tratara de realizar actividades de comercio exterior sería juzgado como pirata y ejecutado. Durante un tiempo, incluso se prohibió aprender una lengua extranjera o enseñar chino a los foráneos. Los ingresos del comercio exterior descendieron hasta pasar a representar menos del uno por ciento de la renta gubernamental. El bloqueo del comercio exterior se mantendría rígidamente durante los siguientes cien años, y la dinastía Qing, que sucedería al último de los emperadores Ming, en 1644, lo llevaría aún más lejos: para evitar cualquier comercio o contacto con el extranjero, a lo largo de la costa meridional se devastó y quemó una franja de tierra de unos mil cien kilómetros de largo por cincuenta de ancho, trasladando a toda su población hacia el interior. No solo se dejó fuera de servicio los astilleros, sino que se destruyeron deliberadamente los planos de construcción de los grandes barcos del tesoro y los registros de los viajes de Zheng He, y en las décadas siguientes su recuerdo se borraría de una forma tan completa que parecería que nunca habían existido; no quedó en China ningún registro que indicara por dónde habían viajado durante aquellos años, pero fué difícil mantener un secreto absoluto sobre algo tan importante y de tanta trascendencia: en mapas conocidos en la Europa de la época (por ejemplo, el de Pizzigano de 1424) se muestra información de origen sólo posible si se admite como derivada de las expediciones comandadas por Zheng He; no sólo habían doblado el cabo de Buena Esperanza desde el Océano Indico y atravesado el Atlántico, sino que también habían pasado a explorar la Antártida y el Ártico, América del Norte y del Sur, y habían cruzado el Pacífico hasta Australia; no existía ninguna otra fuente de información directa para recoger los detalles de los mencionados mapas europeos de la época que las expediciones ordenadas por Zhu Di. Habían resuelto el problema del cálculo de la latitud y la longitud, y habían cartografiado la tierra y el firmamento con igual precisión. Cuando China le dio la espalda a su glorioso legado marítimo y científico, y se impuso a sí misma un largo aislamiento del mundo exterior, otras naciones tomaron el relevo, pero todos sus exploradores, colonizadores y descubridores viajarían tras la larga sombra de las flotas de Zhu Di.
Hace unos años me regalaron el libro que comentas y no veía el momento de meterle mano. Tu comentario me ha animado a leerlo. Gracias.
ResponderEliminarMenzies es considerado como un pseudohistoriador por los historiadores académicos y por tanto su teoría de circunnavegación del mundo como puramente especulativa; éstos sólo admiten que Zheng He navegó por el Indico; yo creo que les puede el eurocentrismo. Gracias por comentar.
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