lunes, 26 de octubre de 2020

Cutrefacto

Efectivamente, cutrefacto es una palabra que no figura en el diccionario, pero me parece que es la que mejor podría cuadrar a esa putrefacción de lo cutre que, conforme al retroceso cultural y social de éstos tiempos, tan habitual se nos está haciendo. Si atendemos a la RAE, la putrefacción se refiere a la materia orgánica en descomposición y cutre es la cualidad de tacaño, pobre, miserable, descuidado, sucio o de mala calidad, cutrefacto vendría a ser, pues, algo que en su proceso de descomposición -o en su falta de composición- se convierte simultáneamente en pobre y miserable; una insoportable mezcla de corrupción -sinónimo de descomposición- y cutrez.

Seguro que muchos tenemos extensos archivos de cutrefactos en mente, pero como ejemplo concreto (echando un poco la mirada hacia atrás), podemos recordar cómo Mariano Rajoy, con sus sentenciosas e hipnóticas reflexiones del tipo un vaso es un vaso y un plato es un plato -por ejemplo- podía alcanzar, en esos momentos  luminosos y seguramente inspirados directamente por la diosa de la cutrez, algo muy cercano a la perfección cutrefacta y ser considerado un paradigma del político cutrefacto. Aquél que según algún medio palmero -y con medio no me refiero a la altura, aunque también podría- fué calificado de parlamentario brillante (!!) nunca pasó de hilar -más o menos- lugares comunes y tópicos que habitualmente él confundía con el sentido común (del que, por cierto, tampoco andaba muy sobrado) y que, en  sus discursos parlamentarios, a menudo se liaba con memorables galimatías del tipo cuanto mejor peor para todos, y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mi el suyo, beneficio político -puede que alguien esté aún intentando descifrarlo- o a leer también las acotaciones de las citas: Fin de la cita.

Ese mismo Rajoy que, al ser interpelado el pasado mes de Septiembre por los medios respecto a su papel en el denominado caso Kitchen -espionaje y asalto a la vivienda del que fué tesorero del PP, Luis Bárcenas- se excusaba diciendo Yo no soy un personaje público, ya no, añadiendo una gracia típica de la cutrefacción rajoyana: No me haga preguntas porque no las voy a oír. Así no podrá usted decir que no le he respondido. Pero que, pocos días después -parece que decidió volver a ser temporalmente personaje público- nos traducía la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso Gürtel asegurando que la sentencia suponía una reparación moral para el PP y para él mismo, pese a que se mantuvieron la mayoría de las conclusiones y penas de la anterior sentencia de la Audiencia Nacional respecto a los numerosos casos de corrupción del PP correspondientes sólo a la primera época del caso Gürtel (1999-2005).

Cutrefacto máximo. Cum laude.

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